Con un gasto de casi 2 millones de pesos, hace unos días los 500 diputados y diputadas federales recibieron un pin de seis gramos de oro con el escudo nacional y la referencia a la 62
Legislatura. El asunto bien podría quedar como una anécdota más sobre los múltiples rostros que tiene el abuso de poder en México, más no es así. El pin de oro muestra no sólo la frivolidad
de quienes lo aceptaron, sino también la ignorancia de casi todo el Legislativo respecto al expolio y destrucción al que ha estado sometido el territorio nacional desde hace 20 años a través del
actual modelo extractivista impuesto por el inefable Salinas. Un solo dato oficial sirve como indicador de lo anterior: entre 1521 y 1830, periodo que abarca el virreinato y los primeros
años de México, se extrajeron 191 toneladas de oro y 33 mil 465 de plata; entre 2000 y 2010, es decir, en sólo una década, se extrajeron del subsuelo nacional 419 toneladas de oro y 56 mil 144 de
plata.
En el virreinato la quinta parte de la plata y la décima del oro se destinaron a las arcas de los reyes españoles. La mayoría del metal se quedaba en la Nueva España y sus
territorios vecinos y sirvió para impulsar, entre otras cosas, la articulación de economías regionales, el desarrollo urbano de pueblos y villas, el contrabando, la expansión del comercio y la
formación del sistema monetario en Asia a través del galeón de Manila. Por el contrario, entre 2000 y 2010 la mayoría del metal precioso extraído en México salió del país en forma de
pastadoré para hacer onzas de oro y plata; a cambio, las corporaciones pagaron al fisco entre 5 y 111 pesos anuales por hectárea concesionada, y nada de impuestos sobre sus fabulosas
utilidades, que llegaron a miles de millones de dólares. Mientras en el virreinato algunos sitios mineros se convirtieron en cimiento de ciudades y regiones, los actuales enclaves creados
por la megaminería, sobre todo la de tajo a cielo abierto, desplazan poblaciones, agotan en breve término los recursos ambientales estratégicos de regiones enteras, destruyen irreversiblemente
grandes territorios y su biodiversidad, generan pasivos ambientales que contaminarán por siglos, violan leyes, despojan, corrompen y generan violencia. ¿Dónde quedó entonces la verdadera Colonia?
Las condiciones que posibilitaron esta inédita situación de entrega del país se encuentran en la ley minera de 1992, reglamentaria del artículo 27 constitucional, el cual fue
modificado ese mismo año para favorecer los intereses empresariales, acabar con el régimen de propiedad social de la tierra y hacer de ésta una mercancía. Bajo la eufemística expresión
de dar certeza jurídica a las inversiones con miras al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en el caso minero se llegó a la aberración de declarar la extracción de minerales
como causa de utilidad pública y actividad preferente por sobre cualquier otro uso del suelo, a lo que se agregó una reforma a la ley de inversión extranjera para permitir la entrada de empresas
extractivistas con 100 por ciento de capital foráneo. Con ello los intereses de las grandes corporaciones mineras nacionales y trasnacionales fueron inconstitucionalmente declarados causa de
utilidad pública, dándoles tácitamente patentes de corso para adueñarse del territorio y extraer las reservas minerales del país, principalmente los metales preciosos.
A dos décadas de haber sido impuesto este modelo, el daño para el país es incalculable, sobre todo a sus ecosistemas, sus reservas hídricas, sus comunidades, su patrimonio cultural y
a la soberanía nacional. En algunas regiones las trasnacionales, a través de redes mexicanas de corrupción, operan ilegalmente con toda impunidad, como New Gold-Minera San Xavier y ahora
Peñasquito Goldcorp, a la cual se le acaba de demostrar el despojo de tierras del ejido Cerro Gordo en Mazapil, Zacatecas. Con 30 por ciento del país concesionado y con la amenaza de más de
800 proyectos en puerta, diversas organizaciones han trabajado por más de un año en una propuesta ciudadana de reforma a la ley minera, con el fin de eliminar el estatuto de utilidad pública
concedido a la extracción de minerales y dar un giro radical al modelo extractivista. Se pretende, entre otros objetivos, que la minería no responda al interés de lucro de los corporativos, sino
a las necesidades de crecimiento del país, a la impostergable protección de los ecosistemas, a la prohibición de métodos de extracción depredadores, a la generación de riqueza para la nación y a
la mejora de las condiciones laborales de los verdaderos trabajadores mineros.
Sin embargo, ignorando la iniciativa ciudadana, los diputados que ahora lucen su pin de oro han elaborado una minuta de supuesta reforma a la ley minera, la cual se
reduce a establecer para las empresas un nuevo impuesto de 5 por ciento sobre sus ganancias. El modelo extractivista sería preservado con todas sus consecuencias; simplemente el saqueo sería un
poco menos barato, por lo que estamos ante una simulación impulsada por los actores políticos aliados en el cupular Pacto por México, y apoyada por la cámara minera y los corporativos
trasnacionales encabezados por los canadienses. Al igual que el discurso peñanietista, la supuesta reforma es una farsa y, de imponerse, la soberanía del país entraría en una fase
terminal y los diversos sectores de la sociedad civil enfrentarían el difícil dilema entre aceptar la cancelación del futuro ambiental de nuestro territorio o iniciar, como sería deseable, la
urgente y decidida movilización para revertir nuestro subdesarrollo político y moral y rescatar al país de sus depredadores. El tiempo se acaba.
* Investigador de El Colegio de San Luis AC
Invasión anticonstitucional de la minería en México
Posted By Brisa On abril 21, 2013 @ 12:51 In Geografía,México,Reportajes,Reportajes México | No Comments
México.La forma en que actualmente se desarrolla la actividad minera, amparada por la legislación, es contraria a las disposiciones de la Constitución y a
los derechos al agua, la alimentación y la autonomía. Es necesario reformar las leyes para ajustarlas a un verdadero interés nacional.
La minería es una industria floreciente. De acuerdo con las cifras del Banco de México, desde hace tres años pasó a ocupar el cuarto lugar en la generación de divisas, sólo superada por los
ingresos de la industria automotriz, el petróleo y las remesas. La incidencia de la industria minera en la economía mexicana comenzó a tener importancia en la década de los noventa, después de la
reforma al artículo 27 constitucional y la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, dos hechos importantes en el futuro de la industria minera: el primero permitió el cambio en
la orientación de la legislación minera, mientras el segundo marcó las pautas de lo que debería aprobarse. El contenido de ambos marcó los nuevos enfoques de políticas públicas del estado
mexicano en este sector.
La creciente importancia económica de la industria minera contrasta con las protestas sociales que se alzan en su contra, que aducen los efectos negativos que genera. Entre ellos se mencionan la
desarticulación de pueblos enteros, los obstáculos que representa para que los habitantes de las comunidades cercanas puedan desarrollar normalmente su vida, la proliferación de enfermedades que
ya no se veían, la devastación ambiental, la contaminación de los mantos freáticos, así como la preeminencia de esta actividad sobre otras importantes para el desarrollo rural, como la
agricultura, la ganadería y la silvicultura, las cuales tienen relación directa con el bienestar de los hombres y mujeres del campo.
La apertura del sector minero inició junto con la aplicación de las políticas de ajuste recomendadas por los organismos económicos internacionales, pero su implementación más fuerte se dio en los
dos sexenios panistas. Al principio se manifestó en forma de incentivos fiscales, pero en la medida en que se fueron presentando condiciones se reformó todo el andamiaje jurídico y administrativo
hasta llegar a las políticas gubernamentales que la hicieran posible. Como ya se dijo, la columna vertebral de estas reformas fueron la reforma al artículo 27 constitucional y la firma del
Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y posteriormente se reformaron una serie de leyes que tienen relación con el sector. Destacan entre ellas la Ley Minera, la Ley General de
Bienes Nacionales, la Ley Agraria, la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos, la Ley de Aguas
Nacionales, la Ley Federal de Derechos, la Ley de Inversión Extranjera y el Código Civil.
Con la reforma a dichas leyes se colocaron las bases jurídicas para que las empresas mineras se apoderaran de parte de la riqueza natural del país. Entre otras cosas, se declaró de utilidad
pública la actividad –con lo cual, si los campesinos no autorizaban el uso de sus tierras por las empresas mineras se les podían expropiar; se otorgó una sola concesión, que ampara tanto la
exploración como la explotación por cincuenta años, renovables por otro periodo igual -es decir, cien años-; se autorizó a los titulares de las concesiones a enajenarlas y juntarlas, generando
una especulación privada con la riqueza pública; se autorizó el uso gratuito del agua y el pago de sólo entre cinco y 111 pesos semestrales por hectárea de tierra concesionada, y se autorizó
también no pagar impuesto alguno por la extracción del mineral.
A nivel institucional destaca la formación del Servicio Geológico Mexicano, un organismo público descentralizado de la administración pública federal, con personalidad jurídica y patrimonio
propios, coordinado sectorialmente por la Secretaría de Economía. Este Servicio se encarga, entre otros aspectos, de realizar la investigación geológica, minera y metalúrgica; identificar y
estimar los recursos minerales potenciales del país; inventariar los depósitos minerales del país y proporcionar al público –es decir, las empresas mineras- información geológica, geofísica,
geoquímica y minera del país.
Además, se creó la Dirección General de Promoción Minera. Dentro de las políticas gubernamentales que promueve se encuentran la equiparación de las empresas extranjeras con las nacionales, los
préstamos con dinero público, los incentivos fiscales, la elaboración de guías para facilitar los trámites ante las diversas dependencias y consejos jurídicos para la ocupación de las tierras
bajo las cuales se encuentra el mineral.
Como resultado directo de este tipo de políticas gubernamentales, para junio del 2012 operaban en nuestro país 290 empresas de 16 países –sin incluir México-, trabajando 833
proyectos. De ellos, 79.7 por ciento (665) se reportaron en etapa de exploración; el 9.7 por ciento (81) en producción; 4.2 por ciento (35) en etapa de desarrollo y 6.24 por
ciento (52) en suspensión, a la espera de su reactivación. De estas empresas, 211 tienen sus oficinas centrales en Canadá, lo que equivale al 73 por ciento de ellas; le siguen 44 en Estados
Unidos, que representan el 15 por ciento; en tercer lugar se encuentran cinco de Australia, es decir, el 2 por ciento; en cuarto lugar se ubican tres de Inglaterra, representando el 1.03 por
ciento; Japón y Corea del Sur cuentan con cuatro empresas cada uno, alcanzando el 1.38por ciento; la República Popular China tiene 9 empresas, es decir, el 3.10 por ciento; India cuenta con 2
empresas, casi el 0.7 por ciento. Brasil, Perú, Luxemburgo, Chile, Italia, Bélgica, España y Holanda reportan una empresa de cada uno, lo que equivale a menos del 0.36 por ciento. Dichas
empresas se distribuyen en 24 estados de la República Mexicana, pero el mayor número de sus proyectos se concentran en Sonora, con 202; Chihuahua, con 117; Durango, con 95; Sinaloa, con 84;
Zacatecas, con 62; Jalisco, con 54; Oaxaca y Guerrero con 33; Baja California, con 11; Guanajuato, con 17; Nayarit, con 21; Michoacán, con 17; San Luis Potosí, con 18; Chiapas, con 7; el Estado
de México, con 7; Puebla, con 9; Coahuila, con 10; Baja California Sur, con 6; Colima, con 11; Querétaro, con 5; Veracruz, con 6; Morelos e Hidalgo con 3 y finalmente Tamaulipas, con 2.
De los 833 proyectos, aproximadamente 502 (el 62 por ciento) están asociados a metales preciosos –oro y plata-; 137 son polimetálicos (17 por ciento); 97 tienen que ver con el cobre (12 por
ciento); 46 con hierro (6 por ciento); los 23 restantes (3 por ciento) extraen otros metales y materiales, como germanio, cobalto, titanio, molibdeno, bismuto, estaño, platino, galio,
litio-potasio, paladio, antimonio, níquel, vanadio, wolframio (tungsteno), mercurio, zeolita-chabazita, barita, pórfidos, boratos, wollastonita, sal marina y roca fosfórica. En la mayoría de los
casos, se considera a estos minerales como subproductos o asociados con los minerales metálicos.
Lo anterior ya llevó a Caza Gold Corp,una minera de nacionalidad canadiense, a señalar que la minería tiene un fuerte apoyo gubernamental en administración y
asistencia, a lo que se suma a una estructura impositiva favorable. Para la empresa canadiense, las compañías que sigan las leyes mexicanas pueden esperar que sus proyectos de desarrollo avancen
sin interferencia porque México ha sido partidario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte desde 1994 y, por lo tanto, tiene un régimen de impuestos y de comercio -comparable con los
Estados Unidos y Canadá- que opera bajo un sistema legal y contable al estilo occidental, tiene un sistema contemporáneo de impuestos y carece de regalías mineras.
De acuerdo con la Dirección General de Minas, hasta el año 2010 se habían otorgado 26 mil 559 títulos de concesiones, que incluían actividades de exploración y explotación pues, como se ha
explicado, con las reformas a la Ley Minera se suprimió tal división y sólo se otorga un tipo de concesión para ambas actividades. La totalidad de dichos títulos ampara 56 millones 7 mil 756
hectáreas del territorio nacional, y la mayoría se otorgaron durante los dos sexenios panistas. Las más de 56 millones de hectáreas concesionadas para actividades mineras representan el 28.58 por
ciento del territorio nacional y el 51.76 por ciento de la tierra de propiedad social. Esa es la superficie del territorio nacional que hasta el año 2010 había quedado en poder de las empresas
mineras por cien años, disminuyendo el ejercicio del poder soberano del Estado en ella.Y si se suman las otorgadas durante los últimos años, seguramente aumenta.
Con lo que hasta aquí se ha expuesto, es claro que tanto las acciones gubernamentales, como la base legal en que se apoyan y la institucionalidad para hacerlas operativas, sólo favorecen al
capital extranjero en detrimento del interés nacional. Por lo mismo, si se quiere que la actividad económica de este sector se transforme para beneficio del país y su población, es necesario
modificarla radicalmente. Se trata de un asunto que no pasa desapercibido ni para las mineras, que hacen lo posible porque no se realice ningún cambio, ni para los afectados, que enfocan parte de
su esfuerzo a terminar con la permisividad de la ley minera, sobre todo en la parte que declara la actividad de utilidad pública y preferente sobre cualquier otra.
Pero los daños que causa la industria minera son tan evidentes que también los miembros del Congreso de la Unión se han interesado en modificar las leyes. Desde que se aprobó la actual Ley Minera
se han presentado 21 iniciativas para reformar o adicionar no sólo a esa ley, sino también a otras relacionadas con la materia, como la de Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección
al Ambiente, Ley Federal de Derechos, Ley Federal del Trabajo, Ley de Coordinación Fiscal, Ley Reglamentaria del Artículo 27 Constitucional en el Ramo del Petróleo, Ley Orgánica de la
Administración Pública Federal, Ley de Petróleos Mexicanos, Ley de la Comisión Nacional de Hidrocarburos y Ley de la Comisión Reguladora de Energía.
El origen de las iniciativas es muy variado: ocho fueron presentadas por el Partido Revolucionario Institucional, cuatro por el Partido Acción Nacional, tres por el Partido de la Revolución
Democrática, dos por el Partido Verde Ecologista de México y dos por el Partido del Trabajo. Del conjunto de iniciativas presentadas sólo se han aprobado dos: la primera fue publicada en el
Diario Oficial de la Federación el 28 de febrero del 2005 y representó un ajuste sustancial a la Ley aprobada el 26 de junio de 1992. A partir de ahí los dueños de la industria minera quedaron
satisfechos y aumentaron su inversión. La segunda fue el 26 de junio del 2006, cuando estalló la mina Pasta de Conchos, y su objetivo fue incluir como parte de las concesiones la explotación del
gas asociado a los yacimientos de carbón mineral. Como la explotación de este recurso correspondía directamente al Estado, también se reformó la Ley Reglamentaria del artículo 27 constitucional
en el Ramo del Petróleo”,para que dejara de serlo. Todas las demás propuestas se han atorado en las Comisiones a las que han sido turnadas para su estudio y dictaminación,
y como el Reglamento de las Cámara establecen un plazo perentorio para presentar los dictámenes, se tienen por dictaminadas en forma negativa.
Fundamentos constitucionales para la reforma
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos contiene los fundamentos para aprobar leyes que permitan otro tipo de minería; basta con cuidar que el contenido de éstas se ajuste a esos
fundamentos. Una de esas disposiciones es el artículo 25 constitucional, relativo a la rectoría del Estado sobre el desarrollo nacional. En él se establece como facultad exclusiva del Estado
ejercer la rectoría del desarrollo nacional “para garantizar que éste sea integral y sustentable, que fortalezca la soberanía de la nación y su régimen democrático y que, mediante el fomento del
crecimiento económico y el empleo y una más justa distribución del ingreso y la riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de los individuos, grupos y clases sociales, cuya
seguridad protege esta Constitución”. El desarrollo, de acuerdo con la Constitución, debe ser integral –incluir a todos los sectores- y sustentable –no acabar con los recursos ni con el medio
ambiente-, cosa que en la actualidad no sucede, pues el tipo de la minería que actualmente se desarrolla excluye otras actividades productivas y acaba con los ecosistemas, por lo cual contradice
la disposición constitucional.
Para lograr los anteriores objetivos, el mismo artículo constitucional establece que el Estado “planeará, conducirá, coordinará y orientará la actividad económica nacional, y llevará al cabo la
regulación y fomento de las actividades que demande el interés general en el marco de libertades que otorga esta Constitución”. Este mandato tampoco se cumple, ya que la planeación de la
explotación minera la realiza la empresarial Cámara Minera Mexicana, atendiendo a sus propios intereses y a los requerimientos del mercado. Lo correcto sería que la actividad minera se realizara
atendiendo a las necesidades nacionales y al interés de los mexicanos, coordinando esa actividad con otras que también contribuyan al desarrollo del país y sus habitantes.
Con respecto a la participación de los diversos sectores sociales en el desarrollo económico nacional, se establece que a él “concurrirán, con responsabilidad social, el sector público, el sector
social y el sector privado, sin menoscabo de otras formas de actividad económica que contribuyan al desarrollo de la Nación”. Concurrir es coincidir, juntarse, de ahí que lo que la Constitución
ordena es que para el desarrollo social los tres sectores sociales se junten para promover el beneficio social, cosa que actualmente no sucede, pues sólo se beneficia una –el privado- en
perjuicio del social y el público. Actuar de manera concurrente no impide que cada sector lo haga por separado, lo que no puede suceder es que no lo hagan con responsabilidad social ni promuevan
el desarrollo integral y sustentable. Además, la propia norma establece que “bajo criterios de equidad social y productividad, se apoyará e impulsará a las empresas de los sectores social y
privado de la economía, sujetándolos a las modalidades que dicte el interés público y al uso, en beneficio general, de los recursos productivos, cuidando su conservación y el medio ambiente”; y
que una ley establezca “los mecanismos que faciliten la organización y la expansión de la actividad económica del sector social: de los ejidos, organizaciones de trabajadores, cooperativas,
comunidades, empresas que pertenezcan mayoritaria o exclusivamente a los trabajadores y, en general, de todas las formas de organización social para la producción, distribución y consumo de
bienes y servicios socialmente necesarios”. Como puede verse, hay bases para organizar la producción minera de otra manera.
A la facultad de ser rector del desarrollo que la Constitución confiere al Estado, se une la de realizar una planeación democrática del desarrollo nacional, contenida en su artículo 26, donde se
establece que: “el Estado organizará un sistema de planeación democrática del desarrollo nacional que imprima solidez, dinamismo, permanencia y equidad al crecimiento de la economía para la
independencia y la democratización política, social y cultural de la Nación”. De acuerdo con esa misma disposición, “los fines del proyecto nacional contenidos en esta Constitución determinarán
los objetivos de la planeación. La planeación será democrática. Mediante la participación de los diversos sectores sociales recogerá las aspiraciones y demandas de la sociedad para incorporarlas
al plan y los programas de desarrollo. Habrá un plan nacional de desarrollo al que se sujetarán obligatoriamente los programas de la Administración Pública Federal”. Los fines a los que se
refiere el artículo son, tratándose de desarrollo, los que ya se enunciaron con anterioridad: promoción de un desarrollo integral y sustentable, fortalecimiento de a la soberanía nacional y
régimen político democrático, fomento del crecimiento económico y el empleo, y una más justa distribución del ingreso y la riqueza que permita el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de
los individuos, grupos y clases sociales. Eso es lo que debería hacer -y no hace- la actividad minera.
Con respecto al aprovechamiento de los recursos naturales, el artículo 27 de la Constitución establece que la nación –es decir, el Estado- tiene el derecho de imponer a la propiedad privada –y
por lo mismo, a la propiedad social, sea ejido o comunidad- las modalidades que dicte el interés público, “así como el de regular, en beneficio social, el aprovechamiento de los elementos
naturales susceptibles de apropiación, con objeto de hacer una distribución equitativa de la riqueza pública, cuidar de su conservación, lograr el desarrollo equilibrado del país y el
mejoramiento de las condiciones de vida de la población rural y urbana”. Esta disposición es importante porque los minerales son un elemento natural susceptible de apropiación y por lo mismo, la
regulación de ellos debe tener como objetivo la distribución equitativa de la riqueza pública, cuidar su conservación, lograr el desarrollo equilibrado del país y mejorar las condiciones de vida
de todos los mexicanos. No se necesita mucho análisis para concluir que nada de esto se puede conseguir con la actual legislación minera, lo que vuelve necesaria su reforma para ajustarla a las
disposiciones constitucionales.
Por otro lado, existen disposiciones constitucionales que aunque su contenido no se refiere a la actividad minera, sí la impactan. Una de ellas es el derecho a la alimentación, contenido en los
artículos 4 y 27 de la Carta Magna. El primero establece que “toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad” y el Estado está obligado a garantizarla. El
segundo, en su fracción XX, relativa al desarrollo rural integral, prescribe que “el desarrollo rural integral y sustentable […] también tendrá entre sus fines que el Estado garantice el abasto
suficiente y oportuno de los alimentos básicos que la ley establezca”. Como puede verse, el artículo 4 constitucional reconoce y garantiza el derecho a la alimentación de todos los mexicanos,
mientras que el 27 establece el desarrollo rural como una forma de garantizarlo. Si la actividad minera continúa siendo una actividad preferente, puede poner en peligro el ejercicio de este
derecho pues podrían no sembrarse alimentos donde existan minerales a explotar.
Otra disposición es la referente al derecho humano al agua, tomando en cuenta que la actividad minera usa una gran cantidad de este líquido. De acuerdo con lo que dispone el párrafo séptimo del
artículo 4 constitucional, “toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible. El
Estado garantizará este derecho y la ley definirá las bases, apoyos y modalidades para el acceso y uso equitativo y sustentable de los recursos hídricos, estableciendo la participación de la
Federación, las entidades federativas y los municipios, así como la participación de la ciudadanía para la consecución de dichos fines”. De acuerdo con esta disposición, las empresas mineras
deben hacer uso del agua de manera que no les falte a quienes habitan en la región donde se encuentran y tampoco se contamine, pues si cualquiera de estos dos supuestos se realiza, se violaría el
derecho humano al agua y los mexicanos afectados podrían demandar al Estado por la reparación de ese derecho.
Finalmente, la fracción VI del artículo 2de la Constitución “reconoce y garantiza”, como parte de la autonomía de los pueblos indígenas, su derecho de “acceder, con respeto a las formas y
modalidades de propiedad y tenencia de la tierra establecidas en esta Constitución y a las leyes de la materia, así como a los derechos adquiridos por terceros o por integrantes de la comunidad,
al uso y disfrute preferente de los recursos naturales de los lugares que habitan y ocupan las comunidades, salvo aquellos que corresponden a las áreas estratégicas, en términos de esta
Constitución. Para estos efectos las comunidades podrán asociarse en términos de ley”. Lo que esta norma jurídica expresa es que los pueblos indígenas tienen, como parte de su autonomía, el
derecho “al uso y disfrute preferente de los recursos naturales de los lugares que habitan y ocupan las comunidades”, derecho que queda sujeto a varias condiciones que ahí mismo se enuncian. Con
base en ello, los pueblos indígenas tienen derecho antes a que se les otorguen las concesiones mineras a ellos y sólo en el caso de que no las quieran se podrán entregar a otras personas.
Leyes federales que es necesario reformar
Dentro de las leyes que es necesario reformar se encuentra la Ley Minera.De ella es necesario revisar, entre otras cosas, el carácter de utilidad pública y preferente que
otorga a la actividad minera. De igual manera se tiene que revisar la regulación de las concesiones, pues sólo un tipo de ellas amparan tanto la exploración como la explotación, siendo que se
trata de actividades distintas y quien explora no necesariamente explota, y si lo hace adquiere otro tipo de obligaciones.
Otro aspecto a revisar es el tiempo por el que se otorgan las concesiones, pues 50 años prorrogables como duración –es decir, cien años- es mucho tiempo, sobre todo si se toma en cuenta que esta
actividad no requiere de tanto tiempo para realizarse, lo que permite a los titulares de ellas traficar y especular con los recursos de la nación.
Un tercer aspecto a revisar debería ser el Servicio Geológico Mexicano, ya que la información que transmite a las empresas mineras es de carácter confidencial, cuando no debería ser así porque se
trata de un organismo público, sus funciones son financiadas con recursos públicos y manejan los recursos de la nación. Finalmente, deberían revisarse las obligaciones de los concesionarios con
relación a la población y el medio ambiente, pues en la actual regulación es muy fácil burlar la ley.
Otras leyes que debería reformarse son la Ley Agraria, la Ley de Aguas Nacionales y la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, relacionadas con el acceso, uso y
aprovechamiento de los recursos naturales. En el primer caso se debería prohibir la venta y renta de tierras para la actividad minera si están dedicadas a la producción de alimentos, porque estos
son una garantía constitucional y al hacer ésta se vuelve nugatoria. De la misma manera, se debe reducir el tiempo de la renta de tierras para actividades mineras de los 30 años prorrogables que
son en la actualidad a los necesarios de acuerdo a la naturaleza del proyecto, y suprimir la expropiación como forma de ocupar la tierra, porque esta procede por causa de utilidad pública y la
minería es una actividad privada.
La Ley de Aguas Nacionales debería revisarse para que disponga que antes de satisfacer los requerimientos de la industria minera, se garantice el abasto de agua para consumo humano y la
producción de alimentos, pues como ya se dijo, estos son garantías constitucionales. Por último, en este bloque de leyes debe incluirse la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al
Ambiente para incluir en ella, además de la manifestación del impacto ambiental, la de impacto social y cultural, y que las consultas públicas sean vinculantes.
Un segundo grupo de leyes debería incluir la Ley de Inversión Extranjera, la Ley Federal de Derechos y la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los
Residuos;la primera para el efecto de que el capital con el que operan las empresas mineras no sea totalmente extranjero y se les exijan compromisos con el país antes de
entregarles concesiones; la segunda, para que los pagos por aprovechamiento del mineral no sean por hectárea ocupada sino por material extraído y la cantidad del mismo; y la tercera, para que el
tratamiento de los residuos químicos producto de la lixiviación se garantice mediante un seguro y, además, se libere a los propietarios de las tierras (cuando sean rentadas) de la obligación de
tratar ellos la tierra; esta obligación la debe asumir quien contamine.
Con relación a los pueblos indígenas, se deben derogar los artículos 13 y 13 bis de la Ley Minera para incluir en su lugar un capítulo que garantice los siguientes derechos: usar y aprovechar los
recursos naturales existentes en sus tierras y territorios, incluido el uso cultural, ceremonial y espiritual que realicen en ellos, sin intervención de terceros; participar y beneficiarse del
aprovechamiento de los recursos minerales existes en sus tierras y territorios, así como a que se preserven el hábitat y no se destruyan con motivo de la actividad minera, incluyendo el derecho a
la reparación si por alguna causa se destruyera, a cargo del responsable y en su caso, del Estado; el derecho preferente de los pueblos indígenas y sus comunidades para obtener las concesiones
mineras cuando el mineral sobre el que recaigan se encuentre en sus tierras o territorios y la obligación del Estado, a través de las secretarías correspondientes, de brindarles el apoyo
necesario para el ejercicio de este derecho.
Además de lo anterior, se debe prohibir el otorgamiento de concesiones sobre tierras o territorios indígenas si no se cuenta previamente con el consentimiento de los pueblos indígenas o sus
comunidades, que debe ser otorgado a través de consultas y en el caso de que se otorgue, antes de autorizar las concesiones, el Estado deberá asegurarse que las actividades de exploración,
explotación y beneficio que se pretendan realizar no pongan en peligro la existencia de los pueblos indígenas o sus comunidades. Junto con esto, las empresas deberán pactar con los pueblos
indígenas o sus comunidades mínimamente las condiciones en que se desarrollaran las actividades de exploración, explotación y beneficio; las medidas para evitar la contaminación o destrucción de
sus territorios, los recursos naturales, el medio ambiente, incluidos sus lugares sagrados, espirituales o culturales; las formas de remediar los daños anteriores que se pudieran causar, a pesar
de las medidas tomadas, y la forma de garantizar que se llevaran a cabo los beneficios que los pueblos y comunidades indígenas obtendrán de la explotación minera.
Consideramos que con estas reformas mínimas, la actividad minera puede irse ajustando a las disposiciones de la Constitución Federal y, con ello, mitigar muchos de los efectos nocivos que ahora
presenta, tanto para los mexicanos de hoy como los de mañana.
Publicado el 22 de abril de 2013
Article printed from Desinformémonos:http://desinformemonos.org
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Lista no exhaustiva de las empresas mineras canadienses en México.
Actualmente explorando nuevas inversiones en México.
Esperanza Silver Corp.
Vancouver
Morelos
Excellon Resources
Toronto
Durango
Exmin Resources Inc.
Vancouver
Chihuahua
Dundarave Resources Inc.
Vancouver
Chihuahua
Farallon Resources Ltd. [Hunter Dickinson]
Vancouver
Guerrero
Firesteel Resources
Vancouver
Durango
First Majestic Silver Corp.
Vancouver
Jalisco, Coahuila, Durango, Zacatecas
Fording Canadian Coal Trust [NYCO]
Calgary
Sonora
Formation Capital Corporation
Vancouver
Tamaulipas
Fronteer Development Group
Vancouver
Jalisco, Chiapas
Frontera Copper Corporation
Toronto
Sonora
Gammon Lake Resources
Halifax
Chihuahua, Guanajuato
Genco Resources
Vancouver
Estado de México
Goldcorp Inc.
Vancouver
Sinaloa, Durango, Chihuahua, Guerrero, Zacatecas
Gold-Ore Resources Ltd.
Vancouver
Sinaloa
Golden Goliath Resources
Vancouver
Chihuahua
Grandcru Resources
Vancouver
Sinaloa
Grayd Resource Corporation
Vancouver
Sonora
Great Panther Resources Ltd.
Vancouver
Durango, Guanajuato, Chihuahua
Grid Capital Corporation
Vancouver
Chihuahua
Hawkeye Gold and Diamonds
Vancouver
Nayarit
Horseshoe Gold Mining
Vancouver
Oaxaca
Iamgold Corporation -royalties-
Toronto
Chihuahua
Iciena Ventures
Vancouver
Sonora
Impact Silver Corp.
Vancouver
Zacatecas
International Croesus Ltd.
Vancouver
Jalisco
Intrepid Mines
Toronto
Sonora
Kimber Resources
Vancouver
Chihuahua
Linear Gold Corp
Halifax
Chiapas, Oaxaca
Macmillan Gold
Toronto
Durango, Sinaloa, Zacatecas, Jalisco, Nayarit
MAG Silver Corp
Vancouver
Chihuahua, Zacatecas, Durango
Minefinders
Vancouver
Chihuahua, Sonora
Morgain Minerals Inc.
Vancouver
Durango, Sonora
Metallica Resources Inc.
Toronto
San Luis Potosí
Mexoro Minerals Ltd.
Vancouver
Chihuahua
Northair Group
Vancouver
Durango, Sinaloa
Northwestern Mineral Ventures
Toronto
Durango
Oromex Resources
Vancouver
Durango
Orko Silver Corp.
Vancouver
Durango
Pacific Comox Resources
Toronto
Sonora
Palmarejo Silver and Gold
Longueuil
Chihuahua
Pan American Silver
Vancouver
Sonora
Pinnacle Mines Ltd.
Vancouver
Estado de México, Oaxaca
Quaterra
Vancouver
Durango, Zacatecas
Rome Resources Ltd.
Vancouver
Sonora
Ross River Minerals
Vancouver
Sinaloa
Roxwell Gold Mines
Vancouver
Sinaloa
Santoy Resources Ltd.
Vancouver
Sinaloa
Scorpio Mining Corporation
Vancouver
Sinaloa
Silver Crest Mines
Vancouver
Sonora
Silver Standard Resources
Vancouver
Durango, Estado de México
Soho Resources Group
Vancouver
Durango
Sonora Gold Corp
Vancouver
Sonora
Sparton Resources
Toronto
Sinaloa, Sonora
Starcore International Ventures
Vancouver
Puebla
Stingray Resources
Toronto
Chihuahua
Southern Silver Exploration
Vancouver
Jalisco, Chihuahua
Stroud Resources
Toronto
Chihuahua
Teck Cominco Ltd.
Vancouver
Guerrero, Oaxaca, Chiapas
Terra Nova Gold Corp.
Vancouver
Michoacán
Tumi Resources
Vancouver
Chihuahua, Sonora
Tyler Resources
Calgary
Chihuahua
UC Resources
Vancouver
Durango, Nayarit
Valdez Gold
Toronto
Chihuahua
War Eagle Mining Company
Vancouver
Chihuahua
West Timmins Mining Corp.
Vancouver
Sinaloa, Chihuahua
Zaruma Resources Inc.
Toronto
Sonora
Minería tóxica y gobierno
Iván Restrepo
Como debió hacerlo desde un principio, el gobierno federal canceló el megaproyecto La Pitalla, que pretendía explotar oro a cielo abierto en la comunidad de San Antonio, distante 40
kilómetros de la ciudad de La Paz, Baja California Sur. La empresa canadiense Argonaut Gold realizaba ya trabajos de exploración en dicha comunidad, pese a que el Plan de Desarrollo
Urbano de La Paz claramente prohíbe allí actividades industriales. Mientras, otra trasnacional, la estadunidense Vista Gold, quiere sacar dicho metal en la región de Concordia, enclavada
en la reserva de la biosfera Sierra de la Laguna, a poco más de 30 kilómetros del pueblo mágico de Todos los Santos. Ambos proyectos han sido oportunamente cuestionados
por especialistas y grupos defensores del ambiente, por los daños que causarían a la salud, los recursos naturales y el entorno en general. Destacadamente, por utilizar cianuro en el
proceso de obtener el oro.
La minería tóxica recibe el rechazo en todo el mundo y es causa de conflictos, especialmente entre las comunidades y las trasnacionales de Canadá, Estados Unidos y
Europa. No está de más señalar que la península de Baja California se distingue por su aridez. Sorprende entonces que el gobierno federal autorice la extracción de grandes cantidades de
líquido destinado a las mineras. Y que no se tenga en cuenta la contaminación que causarían en el suelo y el aire, la afectación a la flora y fauna endémicas, así como a las actividades
agropecuarias y turísticas de la región. En esa parte del país está claro que la poca agua que existe debe ser, prioritariamente, para uso humano y para las actividades económicas
tradicionales que realiza la población. Por tanto, debe evitarse la contaminación de los mantos freáticos, algo que ocasionan precisamente las mineras durante sus procesos de extracción
en los que utilizan cianuro y arsénico. Con el agravante de que sus residuos podrían llegar a las costas del golfo de California y el océano Pacífico afectando su rica y frágil
biodiversidad.
Muy negativa es la herencia de la minería en Baja California, actividad llevada a cabo hace siglo y medio de manera irracional. Las comunidades de El Triunfo y San Antonio fueron por
décadas emporios mineros que muestran muy bien los daños que ocasiona a la salud de la gente y al medio el uso de sustancias muy tóxicas y peligrosas para extraer metales.
Igualmente crece la oposición a que se permita explotar a cielo abierto los yacimientos de oro ubicados en la mina Espejeras, situada en el municipio de Tetela de Ocampo, Puebla. El
proyecto pertenece a la compañía Frisco y se extiende por 100 hectáreas de dicho municipio. Los inconformes alegan que el proyecto causará la contaminación de los mantos freáticos, además
de alterar la actividad agrícola y ganadera de la región. Quienes están contra la explotación de Espejeras afirman que las ganancias que obtendrá Frisco (la tercera corporación minera más
importante de México) ascienden a 800 millones de dólares.
Otra empresa, esta vez canadiense, Almaden Mineral Ltd, anunció que encontró oro y plata en la sierra norte de Puebla, en tierras del poblado de San Miguel Tuligtic, perteneciente al
municipio de Ixtacamaxtitlán. Los opositores a esta nueva explotación minera señalan que el gobierno del licenciado Calderón le dio en concesión a la compañía canadiense casi 90 mil
hectáreas para sus trabajos de extracción. La Almaden realiza trabajos similares en yacimientos de Estados Unidos; en México en la mina Trinidad. Para una más, Caballo Blanco, en el
municipio de Alto Lucero, Veracruz, se le negó el permiso. Sin embargo, intenta ganar un juicio de nulidad en el tribunal administrativo de dicha entidad que le permitiría seguir adelante
con su proyecto. Si es que la población local lo permite.
Suman cerca de un millón de hectáreas las concesionadas a las compañías mineras en el estado de Puebla durante el gobierno de Calderón. Y una de las más favorecidas es precisamente la
citada empresa canadiense. Para disfrazar el origen de su capital hasta utiliza el apellido delCaudillo del Sur, Emiliano Zapata. ¿A quién pretende engañar?
Campesinos mexicanos contra las compañías mineras canadienses
Por décadas in muchas partes de México, las grandes corporaciones–la mayoría de dueños extranjeros asociados con mexicanos acaudalados–han desarrollado enormes proyectos en áreas rurales.
Llamados mega-proyectos, para extraer los recursos minerales y otros recursos naturales aprovechan las reformas económicas en México y los tratados como el Tratado de Libre Comercio de Norte
América.
Los gobiernos mexicanos desde 1970 han priorizado la inversión extranjera como política de desarrollo, aún a costo de la destrucción ambiental y el desplazamiento de la gente. Cuando el Partido
Acción Nacional derrotó al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el 2000, este modelo de desarrollo de económico no cambió. El PAN tomó en sus manos la administración de las mismas
políticas, y hasta lo aceleraron, mientras que en la legislatura los dos partidos cooperaron para avanzar sus metas.
Pero mientras estos proyectos gozaban del padrinazgo en lo alto, invariablemente incitaron la oposición local sobre la posible o actual amenaza de desastres ambientales.
La destrucción ambiental, acompañada por cambios económicos, causa desplazamiento de gente. Las familias en comunidades afectadas por el impacto a menudo se ven obligados a migrar. Sin embargo,
los proyectos reciben apoyo oficial, y son defendidos por el gobierno federal contra las protestas de los pobres campesinos y pobladores.
Las elecciones presidenciales del primero de julio de este año ofrecieron la posible oportunidad de modificar el modelo económico en México, con la presencia de un partido comprometido a proveer
a las comunidades pobres indígenas con empleos y servicios sociales, para aumentar el ingreso rural, y para proteger los derechos laborales y sociales. Este era el programa puesto por Andrés
Manuel López Obrador, el candidato del Partido por la Revolución Democrática (PRD.)
Pero las campañas de las elecciones mexicanas del 2012 se veían como las de los EU, en donde los dos partidos conservadores, el PRI y el PAN, eran avivados por las enormes contribuciones hechas
por corporaciones. Promoción masiva en los medios televisivos por las dos compañías que controlan los medios excluyeron la izquierda, mientras las “encuestas imparciales” anunciaban el
inevitable regreso del PRI. Al final, un circo en los medios sobre la onda de compra-de votos.
El regreso del PRI al poder no cambia la realidad de la sociedad mexicana, especialmente la política de desarrollo dominada por las grandes corporaciones. El costo de esta política es muy obvio,
y los conflictos sobre eso son las más agudas, que las comunidades rurales enfrentan con grandes proyectos mineros. Bajo la administración del nuevo PRI, estos conflictos por muy seguro van
a extenderse, particularmente dado el historial del partido sobre el uso de la fuerza contra los movimientos populares.
En Oaxaca y el sur de México, el crecimiento de movimientos en contra de las minerías en Oaxaca, donde en una comunidad indígena los lideres han sido asesinados y los pobladores divididos desde
el comienzo de las operaciones mineras. Las compañías y sus defensores han prometido empleos y desarrollo económico. Pero las comunidades afectadas dicen que mas personas han perdido sus empleos
y su forma de vida debido a las consecuencias económicas y el impacto negativo ambiental.
En Oaxaca, la empresa basada en Vancouver, Fortuna Silver, Inc., comenzó a hacer perforaciones en un área de San José del Progreso previamente minada. San José es una pequeña
población en el municipio de Ocotlán, a una hora de la capital del estado. Sus 1200 residentes hablan Zapoteca, un lenguaje indígena que ya tenia siglos antes que los europeos colonizaran México.
Fortuna Silver comenzó sus exploraciones en el 2006, y cinco años después pasó a producción completa. De acuerdo a Flavio Sosa Villacencio, un diputado estatal del Partido del Trabajo, (PT), la
empresa le dijo que en el 2012 Fortuna esperaba producir 1.7 millones de onzas de plata y 15,000 onzas de oro. Sosa Villacencio dice que las ganancias anuales de la mina podrían llegar hasta los
468 millones de pesos o $39 millones.
San José del Progreso se encuentra en un valle lleno de pequeños pueblos, muchos de los cuales han perdido más de la mitad de su población a la migración. En un ambiente de desesperación
económica, el dinero de la mina tiene un gran impacto.
Bernardo Vásquez, un opositor de la mina y director de la Coordinadora de Pueblos Unidos del Valle de Ocotlán (COPUVO) explicó a la periodista canadiense, Dawn Paley, que algunos de los
residentes gozan de los beneficios, mientras que los opositores organizaban demostraciones de protesta. El pueblo está dividido. Vásquez dice que la división se extiende a las escuelas, centros
de salud y las oficinas municipales.
En el 2009 300 personas bloquearon la mina por un mes. Lo doble de eso fueron los policías que eventualmente descendieron contra los manifestantes con perros, gas lacrimógeno y un
helicóptero. Las personas fueron golpeadas y dos docenas fueron arrestadas. En otra confrontación un año después el alcalde fue muerto. Entonces en enero del 212 un grupo de opositores
confronto a una cuadrilla de trabajadores instalando líneas de agua, acusándolos de construir un sistema de agua para la mina. Otra vez se le llamo a la policía, y esta vez ellos le dispararon y
mataron a Bernardo Méndez, uno de los líderes de COPUVO. Después de esto el alcalde huyó causando el cierre de las oficinas municipales.
Los representantes de COPUVO, Jorge Sánchez y Eustasio Vásquez, dijeron que la muerte había sido el trabajo de los “guardias blancas” o paramilitares apoyados por la compañía.
“Hemos visto que les dan dinero a las persona en la comunidad para que estén en nuestra contra, y crear un grupo llamado “Protegiendo Nuestros Derechos.” Estas personas ahora tienen autos nuevos,
cuando antes no tenían nada. Ellos son los guardias blancas que matan y amenazan.” Fortuna negó responsabilidad. El gerente de la compañía, Jorge Ganoza le dijo a los medios canadienses,
“Nosotros, como la compañía, y nuestro equipo en Oaxaca le entristece esto actos de violencia sin sentido en el pueblo de San José, referente a la continua lucha por el poder político local. De
ninguna manera está relacionado con nuestras actividades o está nuestro personal involucrado”.
Las organizaciones comunitarias y sociales de Oaxaca condenan los asesinatos. Servicios para una Educación Alternativa, A.C. (EDUCA) dice que la violencia es una consecuencia de las políticas de
desarrollo del gobierno.
Declararon que Oaxaca se ha convertido en una arena de experimentación con la imposición de mega proyectos a cualquier costo. “Las ganancias multimillonarias de las grandes compañías mineras, y
el costo human y social, será pagado como siempre por los ‘Indios que les gusta el conflicto,’ como despectivamente se les llama a los defensores de sus comunidades.”
La muerte de Bernardo Vásquez también fue reprobada por los lideres de otro pueblo oaxaqueño que ha resistido los proyectos mineros, Capulalpam de Méndez en la región zapoteca, región de la
Sierra Juárez.
En marzo del 2012, sus lideres municipales demandaron el fin a las actividades mineras en el área de la mina Natividad, y la cancelación de las concesiones dada a sus dueños, otra compañía
canadiense llamada Continuum Resources. Entre el 2004 y el 2006 Continuum Resources se le dieron concesiones por 50,000 hectáreas en la Sierra la mayoría cubriendo tierras comunales.
La mina ha tenido un gran impacto ambiental. La mina Natividad abrió sus puertas en el 2002. Justo cuatro años después en el 2006, los problemas del agua era tan malos alrededor de la mina que el
Procurador de la Protección Ambiental ordenó un alto a todos los trabajos en la mina. Los lideres comunitarios acusaron a la mina de causar daños a los acuíferos de los que dependen, y 13
manantiales desaparecieron. “Una comunidad sin agua no tiene vida en la cual sus futuras generaciones puedan depender,” un acuerdo comunal fue declarado.
El agua que corre en los ríos es amarilla y tiene un terrible olor, de acuerdo a los residentes de Capulalpan. El secretario del Servicio Comunal, Javier García Juárez, dijo que en el 2011
algunas de las presas con estanques tenían residuos tóxicos de operaciones mineras del pasado cuando se derrumbó. Toneladas de tierras comunales contaminadas perteneces al pueblo, y los
arboles en la foresta local estaban manchadas de gris con los químicos que se han usado para separar el oro y plata de el ore extraído de la mina.
El impacto particularmente mas devastador para Capulalpam, que fuere declarado “un pueblo mágico” por la Secretaria de Turismo del gobierno federal. En la Sierra de Juárez existen mas de 200
especies de orquídeas, incluyendo unas en más peligro de extinción. La gente todavía ve jaguares, mientras los monos, pericos y tucanes, además de pumas, venado cola-blanca y la urraca enana.
A pesar de la biodiversidad, en el 2011 otra compañía minera, Minera Teocuitla, llegó a la comunidad acompañada por agentes del departamento de Reforma Agraria. Minera Teocuitla es una
subsidiaria de Sundance Minerals, cuyo modelo de negocio envuelve desarrollar minas junto a otros proyectos mineros, aun los cerrados. La empresa propone un proyecto de exploración llamado
Geranio, con lideres comunitarios a autorizar un contrato nuevo de exploración.
Sin embargo en abril 10 del 2011, cuando la asamblea general de la comunidad Zapoteca anunció que no apoyaría el proyecto. “La comunidad de Capulalpam, ejerció sus derechos como una municipalidad
agricultora indígena, reusando darle permiso a las compañías Natividad, MineraTeocuitla, Continuum Resources, Arco Exploración o cualquier otra compañía usando otro nombre a llevar exploraciones
o explotaciones de minerales en nuestra tierra.”
En Veracruz, una corporación canadiense, Goldcorp Resources, inició exploraciones a mediados de los 2000 para hacer dos masivas excavaciones entre la capital de Jalapa y la costa del Golfo. La
compañía, con sus oficinas en Vancouver y su subsidiaria mexicana, Mineral Cardel, SA de CV, virtualmente recibió la concesión de 20,000 hectáreas por el gobierno federal.
Edgar González Gaudiano publico un análisis de la mina en el periódico local La Jornada Veracruz, en la cual estimaba que la mina producirá 100,000 onzas de oro al año, con un valor de $1,660 la
onza con precios del 2012, o $166 millones. Goldcorp operará dos enormes minas. El mineral será tratado con cianuro, un fuerte veneno, usado para separar el metal. El cianuro se une al oro,
esencialmente para disolverlo. Después el oro es separado, dejando una gran cantidad de agua de desecho contaminada con cianuro. Lo que corre está contenido en unos enormes tanques al aire libre.
El proceso de minar el oro con cianuro es muy peligroso, aun así el 90% de todo el oro extraído mundialmente cuenta con este uso. En Rumania en enero del 2000 una presa en un tanque parecido se
rompió, y como 100,000 metros cúbicos de agua de desecho toxico y lodo se regaron al Rio Danubio. El despliegue de cianuro en la corriente de agua, bajo hasta Hungría y la antigua Yugoslavia,
hasta el Mar Negro, matando todo lo que tocaba. Fue llamado la peor catástrofe ambiental desde el accidente nuclear de Chernóbil.
En Caballo Blanco, cada tonelada de fierro producirá media onza de oro, así es que montañas de desecho con partículas de cianuro rápidamente aumentaran alrededor de la mina y en los tanques agua
de desecho. De acuerdo a el Diario de Jalapa, otro periódico local, filtrar el oro requiere de 1.12 millones de cúbicos cuadrados de agua por año, mermando el acuífero en el que las comunidades
campesinas dependen.
Un peligro mayor puede venir de la única planta nuclear de México, Laguna Verde, a menos de diez millas de distancia. El fierro se desprenderá de la tierra virtualmente por las continuas
explosiones, usando hasta cinco toneladas de explosivos a diario. Esta parte de Veracruz es una parte geológica de la región volcánica que incluye algunos de los mas famosos volcanes dormidos de
México, incluyendo Orizaba, a menos de cien millas y de Cofre de Perote todavía mas cercano.
Las personas de los pueblos cercanos a la mina, Actopan y Alto Lucero, dicen sentirse amenazados a vender sus tierras a Goldcorp. Beatriz Torrez Beristain, una activista con la Asamblea de
Veracruz y la Iniciativa en Defensa de el Ambiente (LA VIDA), reporto a La Jornada Veracruz que en una audiencia publica sobre el Proyecto “nos dijeron que tenían miedo, que los habían
intimidado y que se sentían forzados a vender sus tierras. Definitivamente aquí existe la intimidación, y están criminalizando las protestas ambientales.
Goldcorp promete empleos, y dice que el ambiente será restaurado después que el oro y los metales sean extraídos. “Pero nosotros sabemos que eso no puede ser,” Torres Beristain dijo al
reportero Fernando Carmona. “Es imposible restaurar el ecosistema que ha sido dañado. Usted podrá cortar un árbol y plantar otro, pero usted no podrá restaurar la compleja cadena ecológica, con
sus variedad de arboles, pájaros y agua.”
En febrero del 2012, el Pacto por un Veracruz Libre de Minería a Cielo Abierto fue firmado en la asamblea estatal por activistas
ambientales, quienes se comprometieron a distribuir información correcta sobre las explotaciones de los recursos naturales, alertando a las comunidades sobre las posibles amenazas, iniciando
acciones legales y organizando demostraciones pacificas. Otros grupos opuestos a la mina incluye REMA (Red Mexicana de Afectados por la Minería, y RMALC (Red Mexicana de Acción Frente
al Libre Comercio) también organizados en contra de Caballo Blanco.
Los daños ambientales provocados por las minas es tan grande que en febrero 28 el Gobernador Javier Duarte de Ocho anuncio que estaba opuesto a sus operaciones. Pero las municipalidades y los
estados no hacen las básicas decisiones en México. El poder esta en mandos del gobierno federal. En marzo 13 del 2012, Goldcorp anunció su primer reporte ambiental de la Secretaria del Ambiente y
Recursos Naturales (SEMARNAT) un gran paso hacia la operación de la mina.
El gobierno federal sirve los intereses de las empresas mineras
El consentimiento federal dado a Goldcorp refleja la política de México durante las cuatro administraciones pasadas de virtualmente dar los riqueza de los recursos minerales. En 1992 el
Presidente Mexicano Carlos Salinas de Gortari modifico las leyes mineras del país. Esto fue el mismo año que cambio las leyes de la reforma rural para permitir la venta de tierras comunales
(ejidos). Ambos cambios fueron con la intención de permitir a corporaciones extranjeras ha invertir en enormes proyectos en México, y para proteger esas inversiones. Un año después antes de que
el Tratado de Libre Comercio tomara efecto, el tope sobre la cantidad de inversiones extranjeras que podían ser permitidas en industria “estratégica” (como la minería) fueron eliminadas.
Los cambios continuaron durante la administración de Salinas y sus sucesores, con ambos del PRI de Ernesto Zedillo y del PAN Vicente Fox incrementaron las concesiones mineras dada a corporaciones
extranjeras tales como Goldcorp y a enormes carteles mineros mexicanos tales como el Grupo México. Los impuestos en operaciones mineras fueron eliminados. Las compañía solo tenían que hacer un
pago simbólico por cada hectárea de tierras otorgadas en sus concesiones.
De acuerdo a Carlos Fernández Vega cuya columna sobre negocios en “México USA” (“México, Inc.”) que corre en el periódico de la izquierda en la Ciudad de México La Jornada, la cantidad de
concesiones otorgadas llego a las 25 millones de hectáreas al final de la presidencia de Fox en el 2006, y luego casi se dobló a 51 millones solo en los primeros cuatro años de su sucesor Felipe
Calderón.
“En las dos administraciones del PAN alrededor del 26 porciento de el territorio nacional fue dado a consorcios mineros para su propio beneficio,” declaro. En el 2010, Fernández Vega explica,
Calderón otorgo 4 millones de hectáreas en concesiones, a cambio por el cual el gobierno mexicano recibió $20 millones de dólares. Las corporaciones domesticas y extranjeras a las que se les
otorgo hicieron $15 billones ese año (un incremento de 50% del año previo). Estas ganancias fueron 750 mas veces que lo que pagaron en concesiones.
Fernando Vega bases para su columna son el estudio hecho por los académicos Francisco López Bárcenas y Mayra Montserrat Eslava Galicia de la Universidad Autónoma
Metropolitana (UAM) con base en Xochimilco, Llamado “Minerales o Vida.” La Constitución Mexicana con sus raíces en la Revolución de 1910-20 y el gobierno nacionalista de Lázaro Cárdenas del final
de 1930, coloca al frente las metas por la minería y otra actividad económica. Incluyendo a, López Bárcenas y Eslava Galicia dicen “usar los recursos naturales para el beneficio social, creando
una distribución equitativa de bienes públicos, animando la conservación, y logrando un balance de desarrollo para el país lleva a mejorar las condiciones de vida para los mexicanos.” Sin
embargo, las nuevas leyes mineras dicen que cualquier recurso potencial se debe utilizar, lo que da a la los recursos de explotación preferencia sobre otras consideraciones.
“Los que tienen las concesiones pueden demandar que la tierra que esta ocupada por un pueblo sea desalojada, para que puedan acabo sus actividades,” los dos académicos escriben. “Si la tierra es
utilizada para cultivar alimentos, entonces tiene que terminar para que la mina continúe su trabajo. Bosques o desiertos corren el mismo riesgo. Este requisito legal también aplica a las personas
indígenas. Su tierra ha sido usada para sus ritos y sacrificios, los cuales les ayuda a mantener su identidad, eso puede ser razado o destruido. Esta provisión viola la Convención OIT169 que
protege los derechos indígenas.”
El lenguaje en las leyes mineras ahora dice que “prohíbe a los estados y las municipalidades de imponer cuotas en la actividad minera, y por consiguiente los despoja de cualquier ingreso de esas
actividades que podrían beneficiarlos,” el estudio concluye, aun prohibiéndoles de cobrar cuotas por permitirles el uso de las tierras y los caminos.
Las minas prometen empleos, pero estas producen muy pocos, los activistas oaxaqueños declaran, mientras que su entorno ambiental y social es costoso. La minería la cual recibe enormes apoyos de
el gobierno federal, emplea solo un 0.29% de la población en Oaxaca en edad de trabajar, de acuerdo al “Migración y la Pobreza en Oaxaca” un estudio hecho por Ana Margarita Alvarado Juárez en la
Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Aun la Secretaria de Trabajo dice que el termino medio del salario mínimo de los mineros es 150 pesos ($12.50). Los salarios bajos reflejan el
aumento del uso de contratos de trabajo, en los cuales los trabajadores son contratados por una agencia temporal para remplazar los miles de obreros que anteriormente trabajaron para las
compañías mineras.
Por otro lado, la agricultura, la cual sostiene a mas de la mitad de la población de las familias en Oaxaca, recibe muy pequeños apoyos de parte del gobierno, y para los agricultores en pequeño
casi ni existe. Los beneficios a los proyectos, sin embargo, no los residentes de las comunidades locales, sino los accionistas de las grandes corporaciones quienes ejercen enorme influencia
hacia el gobierno federal.
Aldo González, un líder de la Unión de Organizaciones de la Sierra Juárez en Oaxaca (UNOSJO), señala que proyectos de mega-desarrollo promovidos por el gobierno federal en lugar de crear empleos
y aumentar el estándar de vida los debilita porque fueron diseñados por fuera, he impuestos en territorios indígenas con intención de beneficiar a los inversionistas en lugar de las
comunidades.” Como resultado, dice “ellos han encontrado protestas por parte de la gente y las comunidades donde les han arrebatado su tierra y su agua.” Los lideres de las Frente de
Organizaciones Indígenas Binacional afirman que esta clase de desarrollo económico no solamente no detiene el desplazamiento de las comunidades el hecho es que la acelera.
González y el los lideres del FIOB predicen mas esfuerzos a través de la comunidades rurales en Oaxaca y el resto de México a encontrar alternativas para el desarrollo basado en las minas y los
proyectos mega corporativos. Con un gobierno federal comprometido a empujar estos proyectos hacia adelante, sin embargo, aun los conflictos más agudos son inevitables.
David Bacon es un periodista y fotógrafo que regularmente contribuye al CIP Programa de las Américas. Este articulo esta basado en el estudio hecho para su libro que esta por salir el próximo
año de Beacon Press, The Right to Stay Home, la cual examina el movimiento en México opuestos a el desplazamiento y la migración forzada.
Pie de foto: Una asamblea el pasado otoño en Oaxaca de Organizaciones Indígenas Binacional, llamando a una política de desarrollo sustentable que pueda sostener a los
agricultores. Por David Bacon.
En 2007 produjeron 43.7 toneladas y en 2011 subieron a 87, revela la Camimex
Empresas extranjeras duplican la extracción de oro del país en 6 años
El precio de la onza aumentó 164%, al pasar de 700 dólares en 2007 a 1,851 en julio de 2011
México, en cuarto lugar mundial y primero de AL en atraer inversiones para esta explotación
ISRAEL RODRÍGUEZ
Periódico La Jornada
Martes 24 de julio de 2012, p. 27
La producción de oro en México, dominada por empresas extranjeras, en su mayoría canadienses, se incrementó 100 por ciento en lo que va de la presente administración, al pasar de 43.7 toneladas
en 2007, primer año de gestión del gobierno de Felipe Calderón, a 87 toneladas en 2011. La empresa canadiense Goldcorp Inc se consolidó como la mayor productora de oro en México, revelan informes
preliminares de la Cámara Minera Mexicana (Camimex).
El incierto entorno de la economía global, con bajas tasas de interés, un dólar estadunidense debilitado y la guerra de divisas, mantuvo al oro como un refugio de las grandes inversiones, lo que
también aceleró la apertura de nuevas operaciones mineras y disparó la inversión en la exploración del metal.
La onza de oro pasó de una cotización de alrededor de 700 dólares en 2007 a mil 851 dólares por onza en julio de 2012, lo que significa un aumento de 164 por ciento.
Debido a la flexibilidad de las leyes mexicanas para otorgar concesiones, México ocupó por segundo año consecutivo el cuarto lugar mundial y el primero en América Latina en atracción de capitales
destinados a la exploración. Sólo lo superan Canadá, Australia y Estados Unidos.
Con base en la información proporcionada por los grupos de productores a la Camimex, el valor total de la producción minera en 2011 alcanzó 19 mil millones de dólares, de los cuales 25 por ciento
proviene de la explotación de oro, 20 por ciento de la plata, 17 por ciento del cobre y el 38 por ciento restante se distribuye en minerales como zinc, coque, hierro y carbón, entre otros.
Sonora, Chihuahua y Zacatecas fueron las entidades que concentraron 70 por ciento de la extracción de oro en el país. El restante 30 por ciento se distribuyó entre Guerrero, Durango y San Luis
Potosí.
La canadiense Goldcorp Inc es la mayor productora de oro en México. En febrero de 2010 comenzó la operación comercial de la mina Peñasquito, ubicada en Zacatecas. Para 2011 su programa de
operación planteó producir 350 mil onzas de oro a 100 por ciento de su capacidad, y se prevé que sea la mina más grande de oro del país. A su vez, Los Filos, localizada en Guerrero, resultó en
2010 la mina más grande de oro en México.
Por su parte, la empresa Fresnillo Plc, listada en la bolsa de Londres y que representa el segundo mayor productor de oro en el país, informó que en 2010 obtuvo un incremento de 33.4 por ciento
en la producción proveniente de sus unidades.
La canadiense Gammon Gold Inc. informó que en 2010 su mina Ocampo, localizada en Chihuahua, alcanzó una producción de 103 mil 200 onzas de oro (3.2 toneladas), lo que refleja una disminución de 5
por ciento con respecto a lo obtenido en 2009.
Otra empresa canadiense Argonaut Gold Inc produjo en su mina El Castillo, localizada en Durango, 51 mil 324 onzas de oro (1.59 toneladas), lo que representó un incremento de 78 por ciento con
respecto a las 28 mil 768 onzas producidas en 2009.
New Gold Inc, operadora de la mina de oro y plata Cerro San Pedro, en San Luis Potosí, incrementó su producción de oro 24.2 por ciento con respecto a lo obtenido en 2009. La extracción total en
2010 sumó 118 mil 708 onzas (3.7 toneladas).
La canadiense Yamana Gold Inc continúa con la construcción y preparación de la mina de oro y plata Mercedes, localizada en el norte de Sonora, en la cual se ha programado el comienzo de
operaciones en 2012; deberá producir 125 mil onzas de oro equivalente.
A partir del 2011 Timmins Gold Corp tenía planeado producir 100 mil onzas anuales de oro en su mina San Francisco, en Sonora.
La estadunidense US Gold avanza de manera agresiva en su proyecto de oro y plata El Gallo, en Sinaloa. Con una inversión de 100 millones de dólares, US Gold estima lograr una producción de 50 mil
250 onzas de oro a partir de 2014.
La australiana Cerro Resources NL informó que está desarrollando el estudio de factibilidad del proyecto Cerro del Gallo, localizado en Guanajuato. Los resultados del estudio concluyeron en marzo
de 2011 y, de ser positivos, el arranque de las operaciones se prevé en 2012. Cerro del Gallo cuenta con 69.9 millones de toneladas de mineral con contenidos de 0.66 gr./ton de oro y 13.6 gr./ton
de plata.
Además, continúan los trabajos de exploración de Goldcorp Inc en los proyectos satélite de Camino Rojo, en Zacatecas.
A nivel internacional, de acuerdo con el Mineral Commodity Summaries 2011, China volvió a ubicarse como el mayor productor de oro del mundo con 345 toneladas, lo que representó un incremento
de 15 por ciento, seguido por Australia y Estados Unidos, con 255 y 230 toneladas, respectivamente.
Detrás se ubican Rusia y Sudáfrica, con 190 toneladas cada una; sigue Perú con 170, Indonesia con 120, y Ghana con 100 toneladas anuales.
México y el Día mundial contra la minería a cielo abierto
Juan Carlos Ruiz Guadalajara *
La destrucción ilegal de Cerro de San Pedro ha mostrado las dimensiones reales del problema que enfrenta América Latina, frente al nuevo modelo minero. Foto:
María Meléndrez Parada
Por cuarto año consecutivo diversos movimientos sociales lanzaron desde México la declaratoria del 22 de julio como Día mundial contra la minería a cielo abierto. Se trata de una
iniciativa ciudadana que fue impulsada en 2009 por activistas mexicanos y canadienses, al calor de los triunfos jurídicos que en ese año el Frente Amplio Opositor a Minera San Xavier
consolidó en la defensa del Valle de San Luis Potosí y en contra de la destrucción de Cerro de San Pedro, logros que fueron ignorados por la trasnacional canadiense New Gold y por todos
los niveles de autoridad en nuestro país, principalmente el desastroso gobierno de Felipe Calderón.
El caso específico de New Gold-Minera San Xavier, con la destrucción ilegal de Cerro de San Pedro, ha mostrado las dimensiones reales del problema que enfrenta América Latina frente al
nuevo modelo minero extractivista, el cual tiene en la potencial proliferación de proyectos de tajo a cielo abierto una de sus más peligrosas amenazas socioambientales.
Las bases del actual modelo se encuentran en la combinación de factores económicos, sociales y tecnológicos de naturaleza global que en las últimas décadas han impactado negativamente
espacios locales y microregiones de todo el orbe. Desde los años 80 y siguiendo directrices de organismos mundiales (BM, FMI, BID), en muchos países latinoamericanos se instrumentaron
reformas para privilegiar e incentivar la inversión extranjera directa en sectores antes reservados a la inversión nacional.
Dichas reformas tuvieron entre sus objetivos facilitar la desincorporación estatal de diversos recursos, algunos estratégicos, y su conversión en lucrativos negocios para el capital
internacional. Quedaron así en la mira de las trasnacionales extractivistas los yacimientos energéticos (petróleo y gas) y las reservas minerales que incluyen desde metales hasta tierras
raras, muchas de ellas fundamentales para la industria militar estadunidense.
En México, la reforma salinista de 1992 al artículo 27 constitucional sentó las bases para la desintegración del principio de propiedad colectiva e inalienable de la tierra (el ejido),
generando un mercado de la tierracon un impacto especialmente adverso y veloz sobre el vulnerable espacio social campesino. Salinas también se encargó de reformar la ley
minera, dando carácter de utilidad pública a la exploración, explotación y beneficio de minerales, es decir, declarando el uso minero como preferente por sobre cualquier otro uso o
aprovechamiento del suelo. A ello se agregó la reforma a la Ley de Inversiones, permitiendo la llegada al sector minero de empresas con cien por ciento de capital extranjero. Este
conjunto de reformas generó increíbles facilidades para las empresas trasnacionales especializadas en la extracción de minerales, las cuales han clasificado a México como uno de los
mejores destinos para invertir y lograr excesivas ganancias en breves periodos.
La liberalización económica del sector minero mexicano coincidió además con tres procesos globales: primero, el crecimiento inusitado en la demanda mundial de minerales por parte de
países con economías desarrolladas o emergentes, con problemas de superpoblación y sociedades con altos patrones de consumo; segundo, el aumento sostenido en el precio del oro desde
mediados de los años 90, fenómeno que ha provocado una nueva fiebre especulativa de oro ante las debilidades de la economía global y la necesidad de un valor refugio; tercero,
la transformación de la tecnología de extracción y recuperación de minerales metálicos (principalmente oro, plata y cobre), con el objetivo de explotar mediante tajos a cielo abierto
amplios territorios con presencia dispersa de minerales y remontar así la escasez de las reservas de alta concentración.
Lo anterior explica la reciente invasión que ha padecido el país por parte de trasnacionales mineras, proceso que Fox y Calderón publicitaron como el resurgimiento de la industria minera
nacional, pero que en realidad ha significado la pérdida de soberanía y la transferencia de las reservas minerales no renovables del país hacia el extranjero a cambio de irreversibles
daños socioambientales. Según datos oficiales, se encuentran en México 293 empresas mineras de capital extranjero (75 por ciento canadienses), las cuales acumulan 808 proyectos, 506 de
los cuales están asociados a oro y plata. La mayoría de estos se encuentra en fase de exploración, sin embargo, de los poco más de 70 que están en producción, al menos 25 operan en zonas
de mineral disperso y con megaminería a cielo abierto y lixiviación con cianuro para recuperación de oro y plata. De continuar la fiebre del oro, en cinco años se podría cuadruplicar en
México la cantidad de gigantescos tajos a cielo abierto. No olvidemos que 30 por ciento del territorio nacional se encuentra ya concesionado a la minería principalmente metálica, y que en
el subsuelo de diversas regiones del país existen recurrencias que van desde 1 hasta 0.2 gramos de oro por cada tonelada de roca.
Los avances de la megaminería hacen rentable, por ejemplo, la extracción de 3 metros cúbicos de oro en tan sólo 10 años de vida útil de una mina a cielo abierto, con saldo de miles de
millones de metros cúbicos de agua contaminada; miles de hectáreas de territorio destruido; liberación de metales pesados; pérdida irreversible de biodiversidad y recursos culturales;
comunidades enfrentadas y desplazadas; corrupción y violación de leyes nacionales; nulo desarrollo local y mínimos beneficios tributarios para el país, por mencionar sólo algunos impactos
que provocan estas explotaciones pasajeras y que no se incluyen en los costos de producción del oro, pues las incalculables deudas ambientales se transfieren a las futuras generaciones de
mexicanos (los dramáticos ejemplos de Cerro de San Pedro, Mazapil, Mulatos y Ocampo hablan por sí mismos). La megaminería a cielo abierto, potenciada por la actual fiebre del oro,
representa para México un venero de devastación socioambiental y debe ser urgentemente prohibida. Ello depende por completo de la sociedad civil, de nadie más.
* Investigador de El Colegio de San Luis, AC.
Opositores a las explotaciones a cielo abierto analizan los daños causados por este modelo
Las mineras trasnacionales, grandes destructoras del medio ambiente
Estas empresas ocasionan el rompimiento del tejido social de las comunidades donde se asientan
Urge encontrar alternativas sustentables acordes a las necesidades de los pueblos afectados, dicen
Alejandro Villamar, de la Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio, así como José Rosario Marroquín y Roberto Stefani, del Centro Pro DH, ayer durante la conferencia de
prensa. Foto Guillermo Sologuren
Fernando Camacho Servín
Periódico La Jornada
Sábado 21 de julio de 2012, p. 32
Las actividades de las grandes empresas mineras trasnacionales se han convertido en uno de los mayores polos de destrucción del medio ambiente y del rompimiento del tejido social de las
comunidades donde se asientan, por lo que es urgente encontrar alternativas económicas sustentables desde la óptica y las necesidades de los pueblos afectados.
Así lo afirmaron integrantes de diversas organizaciones sociales durante la inauguración del diplomado Alternativas al modelo extractivo minero, organizado por la Red Mexicana de
Afectados por la Minería (Rema), en donde se analizaron las implicaciones negativas de dicha actividad económica.
En 11 años han extraído más de 250 toneladas de oro
Alejandro Villamar, miembro de la Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio, subrayó que en los recientes 11 años, las compañías mineras han extraído del país más de 250 toneladas
de oro, 2.5 veces más que el obtenido durante los 300 años de dominio colonial, y en la actualidad tienen en concesión un tercio del territorio nacional, equivalente a la superficie de
España.
Eso les puede dar una idea de la velocidad, intensidad y magnitud de cómo han destruido y dividido pueblos, y en muchos casos también envenenado y condenado el futuro de varias
generaciones, sin que el gobierno lo impida, por lo cual es necesario diseñar nuevos modelos de desarrollo a partir de las necesidades de la gente, y no de las trasnacionales.
El activista indicó que el 95 por ciento de los 2 mil 735 yacimientos mineros del país son de pequeña escala –de acuerdo con cifras del Censo de Población y Vivienda 2010– y no producen
daños ambientales graves, el problema es la minería de alta contaminación y alta destrucciónque no es regulada por el gobierno.
Una muestra del poder de dichas entidades, subrayó, es el hecho de que en el golpe de Estado contra el ex presidente hondureño Manuel Zelaya, en junio de 2009, las empresas mineras hayan
aportado recursos y personal para fortalecer la asonada de los militares insurrectos.
Gustavo Lozano, del Centro Mexicano de Justicia Ambiental, detalló por su parte que los pasados 14 y 15 de julio se realizó en Guatemala el llamado Tribunal Popular Internacional de
Salud, iniciativa promovida por el Movimiento Mesoamericano contra el Modelo Extractivo Minero, en donde se realizó un juicio simbólico contra la empresa canadiense Goldcorp.
Dicha compañía, explicó, ha sido una de las que mayores afectaciones ha causado en diversos países del continente americano, como lo demuestran los casos de las minas en San Miguel
Ixtahuacán, Guatemala; Carrizalillo, México, y Valle de Siria, en Honduras.
En todas ellas, ha habido registro de daños brutales tanto para la población como para el medio ambiente, entre ellos la aparición de múltiples enfermedades respiratorias
y gastrointestinales, además de partos prematuros o con malformaciones, y muertes ocasionadas por inhalación del cianuro que se utiliza en la minería a cielo abierto para separar el oro u
otros metales preciosos de la roca.
La llegada de las mineras, dijo, rompe el tejido social de las comunidades al ofrecer un modelo de empleo y desarrollo económico insustentable que divide a quienes lo rechazan de quienes
lo apoyan por necesidad o ignorancia; atenta contra la estabilidad alimentaria de los pueblos, y da pie a fenómenos como el aumento del alcoholismo y la drogadicción, por lo que llamó a
organizarse para repudiar la entrada de esas compañías.
Rurik Hernández, del Frente Amplio Opositor a la Minera San Xavier, aseveró que en años recientes Goldcorp ha tenido un crecimientorápido y agresivo en el mercado
internacional, en gran medida por los megaproyectos de la mina Los Filos, en Carrizalillo, Guerrero, y Peñasquito, en Zacatecas, además de otra decena de yacimientos de menor tamaño,
entre ellos el de Camino Rojo, cercano a la zona sagrada huichola de Wirikuta.
Medidas cautelares en favor de guatemaltecos
La peligrosidad de Goldcorp es tal, advirtió, que incluso la Comisión Interamericana de Derechos Humanos dictó medidas cautelares en favor de varias personas en Guatemala, luego de que
agentes de seguridad de la compañía y militares cercanos a ella fueran acusados de violar a mujeres en las comunidades donde se asentaban las minas.Por todo ello, indicó, es lamentable
que la Universidad Nacional Autónoma de México haya aceptado un donativo de dicha empresa canadiense, supuestamente para apoyar un programa de becas para la Fundación UNAM.Nos extraña
que la máxima casa de estudios acepte dinero sucio de Goldcorp, por eso hacemos un llamado enérgico para que lo devuelva, como hicieron en su momento diversos académicos de la
Universidad de Córdoba, Argentina.
Detener el saqueo minero en México
Francisco López Bárcenas
El saqueo minero en México es posible dadas las facilidades que la legislación otorga a las empresas mineras para hacerlo, pero también porque en los casos donde impone algunas condicionantes
éstas no se respetan. Eso se desprende del Informe del resultado de la fiscalización superior de la Cuenta Pública 2010 de la Auditoría Superior de la Federación, dado a conocer en días pasados.
No es la primera vez que lo hace; ya en 2008 había señalado que la Dirección General de Minas había entregado concesiones a empresas que carecían de las actas constitutivas que acreditaran su
nacionalidad y que dentro de su objeto social se encontraba la minería; además, en aquella ocasión el organismo expresó que los concesionarios no informaban que su actividad se ajustara a las
disposiciones en materia de protección al ambiente, ni que hubieran realizado las obras a que la ley los obliga.
Ahora la Auditoría Superior de la Federación vuelve a poner el dedo en esta llaga por donde se desangra a México. Ya no habla de que no se identifique la nacionalidad de la empresa minera
concesionaria ni que no acredite que dentro del objeto para el que fue creada esté la minería; lo que dice es que de mil 121 concesiones que se autorizaron en 2010, 272 no se registraron en el
padrón correspondiente, lo que lo convierte en un instrumento de control poco confiable; de igual manera, 80 de ellas no consignaron su registro federal de contribuyentes, impidiendo que la
Secretaría de Hacienda pueda requerirles el pago correspondiente por derechos; además, que en 39 casos la empresa titular de la concesión no pagó derechos y en 27 pagó menos de lo que era su
obligación liquidar.
Otra de las irregularidades detectadas es el pago por el uso y aprovechamiento de bienes de la nación, como son los recursos naturales. El informe de la Auditoría Superior de la Federación
corrobora lo que en muchas ocasiones se ha señalado en La Jornada: que las cuotas que se pagan por una concesión son inferiores a los costos de los trámites administrativos para
otorgarla. Textualmente, afirma: El importe de las cuotas que se pagan actualmente es simbólico y contrasta con los volúmenes extraídos de recursos minerales no renovables, ya que el valor
de éstos está por arriba de los derechos de concesión que cobra el Estado, como se observó en el periodo 2005 a 2010, en que el valor de la producción ascendió a 552,422,429.3 miles de pesos, y
el de los derechos cobrados a 6,543,417.4 miles de pesos, los cuales equivalieron a 1.2 por ciento de la primera. Pero no sólo eso: también se detectó que los pagos por trámites de modificación
de títulos y por la modificación misma no son verificados por la autoridad, de ahí que no se pueda saber si pagan o no, o si lo hacen de manera correcta.
Lo que el informe muestra es que las venas del saqueo minero en México siguen abiertas. No sólo por lo laxo de la legislación aplicable, sino también por las omisiones de las autoridades en
vigilar que se cumpla. Esto, como es natural, tiene sus repercusiones. Cada día aumentan las protestas sociales por la devastación ambiental causada por la minería en diversas partes del
territorio nacional, lo mismo que por los contratos leoninos firmados con los dueños de las tierras bajo las cuales se encuentra el codiciado mineral, o los daños a la salud que el uso de
sustancias químicas provoca. Ejemplos sobran, aunque destacan las protestas indígenas porque, al introducirse en sus territorios sin su consentimiento, destruyen el entorno social donde viven y
ponen en peligro su existencia como pueblos.
Eso debería ser razón suficiente para emprender una revisión profunda a la legislación y las políticas mineras. No se puede seguir haciendo como si nada pasara. Es necesario analizar los
requisitos para la entrega de concesiones las obligaciones de quienes las obtienen, especialmente en materia de protección ambiental y de salud de quienes viven en las zonas donde se instalan,
los pagos por derechos de uso y aprovechamiento de los recursos naturales y los impuestos por comercialización de los mismos. Esas son razones suficientes para iniciar un cambio de fondo en esta
actividad, pero si alguien necesita un argumento más, hay que decir que el mineral es propiedad de todos los mexicanos y las trasnacionales mineras se lo están llevando sin dejar ningún beneficio
al país.
Actividad minera, veta de desastre ambiental.
La industria destruye la biodiversidad; amenaza un cuarto del territorio mexicano.
Angélica Enciso L.
Periódico La Jornada
Viernes 30 de diciembre de 2011, p. 36
Destrucción de flora y fauna, uso intensivo de agua, producción de toneladas de residuos peligrosos y daños a comunidades por la contaminación de aire y suelo, así como acústica, son
consecuencias de la minería a cielo abierto y la megaminería subterránea que se extiende en territorio nacional.
En gran parte del país, pero sobre todo en Chihuahua, Michoacán, Zacatecas, Durango, Sonora, Coahuila, Guanajuato, San Luis Potosí, Hidalgo, Sinaloa, Colima y Jalisco, la
actividad minera ha generado por décadas gran cantidad de desechos y contaminación, señala el Instituto Nacional de Ecología en el estudio Tecnología de remediación para
sitios contaminados.
Apunta que, en general, todas las etapas de un proceso minero, con excepción de la prospección (estudios preliminares), causan problemas ambientales de alto impacto.
En las fases de exploración, explotación, beneficio, fundición y refinación se generan aguas residuales, desechos peligrosos y emisiones a la atmósfera. Aun con esos efectos, esa
actividad se expande y ya amenaza alrededor de una cuarta parte del suelo nacional.
Tan sólo la compañía número uno en producción de oro en México, Goldcorp, tiene una clausura preventiva impuesta por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) sobre
Peñasquito, una de sus minas, donde debe regular sus procesos para evitar afectación ambiental, informó el organismo.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) tiene ubicados al menos dos sitios donde es urgente atender los pasivos ambientales (contaminación que representa un riesgo
ambiental y para la salud de la población). Se trata de jales (residuos) de la mina Pilares, en Nacozari de García, Sonora, y las minas Nuevo Mercurio, en Mazapil, Zacatecas, que operaron
durante el siglo pasado.
La actual devastación de territorios es consecuencia de que el oro ya no está en vetas, sino disperso, y en bajas concentraciones. Ha proliferado la técnica de tajo a cielo abierto, con
la cual se extrae medio gramo de metal de una tonelada de tierra. El problema es que para obtenerlo se destruye el territorio, puntualiza Juan Carlos Ruiz Guadalajara,
investigador de El Colegio de San Luis.
El alto precio actual del oro hace rentable a una empresa remover una tonelada de tierra y obtener de ella medio gramo de ese metal precioso, sin importar la devastación del
paisaje, la pérdida de biodiversidad y la contaminación al aire que provoca, explica.
La explotación a cielo abierto y la megaminería subterránea se basan en la remoción de toneladas de tierra, que después se trituran y se filtran con millones de litros de agua mezcladas
con cianuro para obtener unos gramos de oro.
Un ejemplo es la mina a cielo abierto que explota Minera San Xavier, filial de la canadiense New Gold. Durante el año pasado utilizó diariamente 32 millones de litros de agua, mezclados
con 16 toneladas de cianuro.
Lo anterior significa que en 2010 esa planta consumió 10 mil millones de litros de agua del acuífero, mezclados con al menos 4 millones de toneladas de cianuro, y removió unos 20 millones
de toneladas de subsuelo, agrega el investigador en entrevista. Con esa explotación, ya desapareció el símbolo del escudo de San Luis Potosí, el Cerro de San Pedro, añade.
Ese es sólo un ejemplo de lo que pasa en el país, ya que hay comunidades donde van en aumento las protestas por la actividad minera y las consecuencias ambientales que provoca.
Basta mencionar Chicomuselo, Chiapas, donde en 2009 fue asesinado el líder opositor a la mina de barita Mariano Abarca, y donde una extensa área de vegetación fue removida para exponer
las vetas.
En estos días se preparan varios movimientos de resistencia. En comunidades huicholas de Real de Catorce lo hacen contra la llegada de nuevos proyectos mineros. También realizarán
movilizaciones la policía comunitaria, en Guerrero, y en los municipios Alto Lucero de Gutiérrez Barrios y Actopan, Veracruz, entre otros.
Hay minas en funcionamiento consideradas focos rojos por la Profepa. Además de Minera San Xavier –sobre la cual un juzgado determinó que podía operar con la
manifestación de impacto ambiental de 2006 (que en 2010 fue cancelada por la Semarnat)– está la de oro La Guitarra, en Temascaltepec, estado de México, multada por irregularidades con
unos 500 mil pesos, informa en entrevista el subprocurador de inspección industrial de la Profepa, Sergio Herrera.
Esa mina era propiedad de Genco Resources, la cual suscribió un acuerdo en noviembre de 2010 con la canadiense Silvermex Resources, por lo que ahora es propiedad de New Silvermex.
También se mantiene de manera preventiva una clausura parcial temporal a Peñasquito, ubicada en Zacatecas, propiedad de Goldcorp. La medida fue adoptada para que la empresa regulara sus
procesos y evitar daño ambiental. Cuando cumpla o acredite que no habrá riesgo al medio ambiente se podría levantar la clausura o confirmarla con una sanción, señala Herrera.
La producción de la mina durante 2010, cuando comenzó su operación comercial, fue de 168 mil 200 onzas de oro. Para este año prevé llegar a ciento por ciento de su capacidad y obtener 350
mil onzas para convertirse en la mina más grande de ese metal en el país, indica información de la Cámara Minera de México en un informe de 2010.
Herrera detalla que la Profepa ha realizado de 2007 a la fecha 252 visitas de inspección a plantas mineras, sobre todo en Chihuahua, Coahuila, Durango, Hidalgo, San Luis Potosí, Sonora y
Zacatecas. Con 10 inspectores en esta área, aplicó multas por 4.8 millones de pesos porque no se contaba con la autorización de impacto ambiental o por medidas de seguridad.
En cuanto al uso de cianuro en presas de jales, dijo que aún no son muchas las minas que usan este proceso; una es Minera San Xavier, que explota a cielo abierto y hace este
proceso. No se han detectado mayores afectaciones.
Ruiz Guadalajara detalla que el agua mezclada con cianuro puede contaminar el acuífero y no sólo se trata de la destrucción del sitio donde se obtiene el mineral, sino que se
producen millones de toneladas de rocas liberadas del subsuelo, que generan sulfuros, lodos y se producen jales mineros.
En el territorio quedan daños permanentes irreversibles. Entre las minas que operan a tajo abierto en el país están Peñasquito, Mulatos, la de barita en Chicomuselo y Minera San
Xavier.
La investigadora uruguaya Sylvia Ubal señala que con la explotación a tajo abierto se crean inmensos cráteres que pueden ocupar más de cien hectáreas y entre 200 y 800 metros de
profundidad. Se genera demasiado ruido con la molienda y trituración de rocas. Hay contaminación del aire con polvo, combustibles tóxicos, vapores o gases de cianuros, mercurio o dióxido
de azufre. Además se reduce la presencia de agua subterránea, hay eliminación del suelo en el área de explotación y con la supresión de vegetación desaparece la biodiversidad de la zona.
Tuvo la máxima producción de la historia del país, según el Inegi
Creció 21.5% la industria minera en abril; la dominan empresas foráneas
Víctor Cardoso
Periódico La Jornada
Viernes 1º de julio de 2011, p. 31
La industria minero-metalúrgica, dominada por empresas extranjeras, registró en abril un crecimiento de 21.5 por ciento
medido de forma anualizada, con lo que en ese mes se alcanzó la máxima producción en la historia del país, reveló el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Este comportamiento se asoció al desempeño heterogéneo entre los distintos metales y minerales que la componen: creció
la de cobre, yeso, carbón no coquizable, oro, plata, zinc y coque, en tanto que disminuyó la de plomo, azufre, pellets de fierro y fluorita, reportó el organismo.
Al primer trimestre del año las cuatro empresas mineras más grandes del país obtuvieron ganancias por casi 11 mil 374
millones de pesos, lo que representó 42 por ciento más que lo obtenido en el mismo periodo del año pasado, como consecuencia de los altos precios de las materias primas en todo el mundo, en
particular de los minerales.
En este país las más grandes competidoras son Grupo México, Industrias Peñoles, Minera Frisco y Minera Autlán, que
cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). Sin embargo, cada vez es mayor la participación de empresas como Soltoro, Dia Bras Exploration, Yale Resources, American Sierra Gold, Klondike
Silver Corp, o Pediment Gold Corp., US Gold Corporation First Majestic, Torex Gold Resources Inc, entre otras.
De acuerdo con datos oficiales en el país operan 257 compañías extranjeras a cargo de 628 proyectos de exploración y
explotación, entre los que se encuentran Chinipas, Madera, Ocampo, Urique, San Dimas, Santiago Papasquiaro, Eduardo Neri, Caborca, Sahuaripa, Mazapil, Jiménez de Teul.
Ayer el Inegi dio a conocer que la producción minera en México por estados con actividades de extracción y beneficio de
minerales metálicos y no metálicos, permite observar que la mayor producción de oro se obtuvo en Sonora, con una aportación de 31.1 por ciento del total nacional de ese mineral; Chihuahua, con
20.7; Zacatecas produjo 18.1 por ciento; Durango 9.6; Guerrero 9.2, y San Luis Potosí 7.2. En forma conjunta, con 4.1 por ciento del total, tuvieron participación Guanajuato, estado de México,
Querétaro y Sinaloa.
La producción nacional de oro y plata, metales utilizados con fines industriales, para acuñación de moneda y minería,
creció a un ritmo de dos dígitos. De acuerdo con los registros divulgados por el Inegi, la producción de oro creció 17.9 por ciento en abril pasado respecto de igual mes del año anterior, al
obtenerse un total de 6 mil 660 kilogramos; la de plata alcanzó poco más de 334.8 toneladas, equivalente a un incremento de 14.6 por ciento medido de forma anualizada.
Respecto de la extracción y beneficio de plata, 79.7 por ciento de la extracción y beneficio se concentró en cuatro
estados: Zacatecas, con 43.7 por ciento del total; Chihuahua 20.2; Durango, 8.9, y Sonora 6.9 por ciento. Otro 20.3 por ciento fue producido en Coahuila de Zaragoza, Guanajuato, Guerrero,
Jalisco, estado de México, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa y otros estados.
A corazón abierto defendamos nuestra Madre Tierra en contra de la minería
Radios y medios libres, comunidades y pueblos del mundo, nos pronunciamos por la defensa de nuestro territorio.
Y ¿quién les dio permiso de explotar nuestra tierra, contaminar nuestros ríos, deforestar nuestros bosques, envenenarnos con cianuro, desaparecer nuestras culturas,
y dividir y atacar nuestras comunidades?
Marzo de 2011, San Luis Acatlán, Guerrero.
Diversas radios comunitarias libres, medios alternativos, comunidades, organizaciones e individuos, de Guerrero, Oaxaca, la Ciudad de México, Argentina, Francia,
Barcelona y Estados unidos, nos reunimos en la costa chica de Guerrero, porque vimos la necesidad de juntarnos a entender las amenazas que trae consigo la minería en nuestros territorios.
Buscamos encontrar estrategias de comunicación, transformación y organización que nos permitan luchar por la defensa de nuestra vida.
Actualmente, los herederos del despojo como forma de vida, las empresas transnacionales, son la principal amenaza a la estabilidad de nuestra tierra y la vida en
comunidad. Creemos necesaria la formación de redes solidarias de acción, contra el despojo crónico de nuestros recursos naturales (que al día de hoy lleva 518 años, 5 meses, 17 días y contando),
que nos permitan enfrentar y detener la contaminación y destrucción de nuestros cerros y ríos, de nuestro aire, de nuestros lugares sagrados, de nuestras siembras y de nuestra identidad
alimentaria y de nuestra cultura. ¿Quién les dio permiso de explotar y negociar con lo nuestro? ¿Quién les dio permiso de secar nuestros ríos? ¿Quién les dio permiso de desgarrar nuestro pueblo?
¿Quién les dio permiso de sembrar muerte y cosechar oro?
Sabemos que los malos gobiernos que pesan sobre nuestros pueblos, son quienes han permitido y solapado el uso de la tierra como un bien generador de riqueza, sin
considerar la a los pueblos y sus culturas así como la preservación del medio ambiente y la voz de las comunidades. La instalación de las mineras bajo consentimiento de leyes amañadas, como
última opción para salvar a los ricos de su crisis económica y de legitimidad, han convertido grandes territorios en pueblos fantasmas. Han provocado desiertos envenenados por cianuro, donde ya
no crecen árboles, ni maíz, ni frijol, ni calabaza, ni todos los alimentos regionales que son base de nuestras culturas. Cáncer, enfermedades en la piel y muerte son lo que cosechamos de las
mineras cuando se van.
Tan sólo del 2005 al 2010 aproximadamente 200,000 hectáreas del territorio indígena de la Costa-Montaña de Guerrero, fueron entregadas por el gobierno federal a
empresas extranjeras, quienes mediante concesiones de 50 años podrán realizar actividades de exploración y explotación, sin tomar en cuenta el derecho al territorio y a la consulta de los pueblos
indígenas.
Es por eso que hemos decidido iniciar la campaña en defensa del territorio denominada: A corazón abierto defendamos nuestra madre Tierra en contra de la minería.
Desde nuestras diferencias y la pluralidad de ideas, idiomas y culturas, armados con computadoras, guitarras, jaranas, pinturas, cámaras de video, audio y fotografía, creamos carteles, imágenes,
canciones, animaciones, esténsiles, volantes, videos y cápsulas de radio, que buscan comunicar los diferentes impactos de la minería en nuestro medio ambiente, salud y cultura. Compartimos
nuestras experiencias concretas de organización ante el despojo, para generar unidad y fortaleza entre movimientos y luchas sociales de Guerrero, México y el mundo. No permitiremos que los
intereses económicos de las empresas extranjeras estén por encima de nuestras vidas. Las Mineras NO pasarán. La vida de nuestra madre tierra y sus alimentos que son sus frutos
prevalecerá.
Red de medios libres abajo y a la izquierda
Regeneración Radio
Notilibertas
Radio La Voz de los Pueblos, Espino Blanco
Radio La Voz de la Costa Chica, San Luis Acatlan
Lebaralia colectivo itinerante AC
Radio Web Pueblo Indígena
Red Nacional de Jóvenes Indígenas (RENJI)
La Media Naranja Colectivo Audiovisual
HACKLAB
Marea Creciente México
Ojo de Tigre Video/Comunicación Comunitaria
Centro de Apoyo Comunitario Trabajando Unidos, AC (CACTUS)
Kukulkan Sonido Antisistema
Radio Educativa Comunitaria Uan Milawak Tlajtoli (UMT) – La palabra verdadera, Chilapa, Gro.
Kehuelga radio 102.9 FM
Caracol Azul
666ismocrítico/Cooperativa de trabajo hormiga
El Zenzontle
Radio Yaxhil didza lubë
Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan
Radio Ñomndaa, La Palabra del Agua, 100.10 F.M.
Taller de Desarrollo Comunitario AC (TADECO)
Radios de la Universidad Intercultural de los Pueblos del Sur (UNISUR), La voz de los pueblos del sur – 104.3 FM
Radio Zapote Frecuencia Libre 102.1 FM
E.R.Gatos Ardillas
Palabra Radio
Centro de Estudios Ecuménicos
Almacena 400 toneladas de residuos ilegales
Mina zacatecana, convertida en un cementerio tóxico
Es el punto de México más contaminado con bifenilos policlorados
Incumplen remediación
Alfredo Valadez Rodríguez
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 23 de agosto de 2010, p. 31
Zacatecas, Zac., 22 de agosto. La mina Nuevo Mercurio, ubicada en el municipio de Mazapil, está abandonada desde hace ocho años, pese a que autoridades
locales y federales se comprometieron a remediar y contener los efectos tóxicos de 400 toneladas de residuos peligrosos almacenados ahí, junto con decenas de tanques de bifenilos policlorados
(BPC, productos utilizados en las industrias eléctrica, química, minera, automovilística y de la cconstrucción, entre otras).
Estos desechos fueron introducidos ilegalmente desde Estados Unidos. Los BPC fueron producidos por la trasnacional Monsanto y los residuos peligrosos por las empresas Diamond Shamrock
(petrolera), Monochem (hoy Borden, fabricante de productos químicos y sintéticos industriales, BF Goodrich (fabricante de llantas) y PPG Industries (pinturas y recubrimientos).
Según el reporte final delDiagnóstico nacional de bifenilos policlorados en México, elaborado por la empresa Acosta y Asociados para el Instituto Nacional de Ecología (INE),
con número de expediente INE/AD-084/2001, la contaminación con BPC en esta región del norte de Zacatecas es la más grave del país, junto con un caso del almacén de la Comisión Federal de
Electricidad (CFE) en Perote, Veracruz.
El documento explica que la mayor parte de los BPC introducidos a México desde la década de 1940 fueron producidos por Monsanto en sus dos plantas de Estados Unidos, aunque también se
introdujeron menores cantidades de Europa y Japón en la década de 1980, cuando su importación todavía estaba permitida, pues desde entonces se prohibió el uso de esas sustancias por
ser altamente tóxicas y cancerígenas.
En Mazapil (a unos 180 kilómetros de la capital del estado) operó durante años la empresa Minera Rosicler, propiedad de los estadunidenses John Nugent y su hijo Clarence William Nugent,
quienes introdujeron al país en forma ilegal varios cargamentos de BPC procedentes de Houston, Texas, y los confinaron en forma inadecuada.
Las investigaciones del INE sobre este caso detallan que en 1977 Clarence W. Nugent introdujo por ferrocarril residuos peligrosos por Ciudad Juárez, Chihuahua, hasta Estación Camacho,
Zacatecas, para transportarlos desde ahí en camiones de redilas –por más de 50 kilómetros de terracería– hasta la mina Nuevo Mercurio.
En las inmediaciones de la Minera Rosicler se hallaron 635 tambos de metal con capacidad de 200 litros cada uno, y entre 300 y 400 toneladas de diversos residuos que fueron
identificados como diesel, bifenilos policlorados, alcohol de verduras, líquidos corrosivos, jales de minas, cenizas catalizadoras de mercurio y desechos sólidos y líquidos, indica la
investigación elaborada por Acosta y Asociados. Especifica que los BPC estaban contenidos en 42 tambos de 200 litros cada uno.
Daño ambiental impune
La investigación revela que a principios de la década de 1980 autoridades ambientales de México intentaron ejercer acción penal en contra de los responsables identificados (los
Nugent), pero el 18 de marzo de 1983 se les dictó sentencia absolutoria por no existir jurisdicción ambiental sobre el caso.
En 2002, el entonces gobernador de Zacatecas, Ricardo Monreal Ávila, y el entonces titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Víctor Lichtinger, convinieron
acciones de contención de los residuos peligrosos expuestos en la mina de Nuevo Mercurio y se canalizaron recursos para medidas específicas:
Clausurar los nueve tiros de la mina para evitar que se volvieran a usar para el confinamiento de residuos; concentrar los desechos en cuatro puntos del yacimiento; impermeabilizar la
superficie, cubrirla con plástico negro calibre 40 y con material inerte; cercar los sitios donde fueron confinados los residuos. Instalar letreros para advertir de los riesgos para la salud, y
reforestar el área de la mina con especies nativas.
No obstante, hasta la fecha las medidas de contención y remediación siguen inconclusas: hay varios tiros de mina sin clausurar; varios puntos donde aún hay sustancias peligrosas, entre
ellos los hornos de retorta y los patios de lavado de mineral, no ha sido cercados. Tampoco se reforestó.
Muy cerca de los letreros depeligro que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente colocó hace poco hay numerosas osamentas de coyotes, venados y mamíferos pequeños.
A menos de un kilómetro, decenas de familias aún viven en el caserío de Nuevo Mercurio.
La minería es una actividad a corto plazo
pero con efectos a largo plazo. A nadie puede (debe) caberle duda que cuando se realiza en zonas de bosque constituye un factor de depredación de los mismos. Se calcula que, conjuntamente con la
exploración de petróleo, amenaza el 38% de las últimas extensiones de bosques primarios el mundo.
La minería es un problema y debe ser tratada como
tal.
El concepto de "sustentabilidad" está siendo vaciado
cada vez más de contenido, especialmente a manos de quienes realizan actividades básicamente insustentables. Entre ellos es necesario mencionar una actividad que ya por definición no es
sustentable: la minería. Se puede argumentar que la minería es necesaria para suministrar diversos bienes a los seres humanos, pero lo que por cierto no se puede argumentar es que sea
sustentable, siendo como es una actividad basada en la extracción de recursos no renovables.
A pesar de eso, las corporaciones mineras están
haciendo grandes esfuerzos para convencer a la opinión pública de que son "sustentables". Con ese objetivo en mente, el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sustentable (WBCSD, por sus
siglas en inglés) -- representante de varias de las corporaciones más destructivas del mundo -- contrató al Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo --que se autodescribe como una
organización sin fines de lucro-- para llevar a cabo "un proyecto independiente de investigación y consulta de dos años con el objetivo de comprender cómo el sector de minería y minerales puede
contribuir a la transición mundial hacia un desarrollo sustentable". El proyecto incluye, claro está, el necesario adjetivo de "sustentable": el "Proyecto de Minería, Minerales y Desarrollo
Sustentable".
El proyecto tenía, por supuesto, un objetivo político
y fue parte del lobby de las corporaciones para la inclusión del absurdo concepto de "minería sustentable" en el informe oficial de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable (CMDS). A pesar
de la manifiesta oposición expresada por los activistas contrarios a la minería durante el proceso de la CMDS, las corporaciones mineras lograron su objetivo, y la minería fue declarada
oficialmente -- como por arte de magia -- una actividad "sustentable".
Sin embargo, en el mundo real, decir que la minería es
insustentable es en realidad quedarse muy cortos. Sus impactos exceden largamente lo que la gente consideraría normalmente como insustentable. La minería es responsable por la pérdida del
sustento de millones de personas; está en las raíces de numerosas guerras civiles, dictaduras e intervenciones armadas extranjeras; es responsable por la violación generalizada de derechos
humanos; es responsable por el envenenamiento de personas y del medio ambiente; es una de las causas directas y subyacentes más importantes de la deforestación y la degradación de los bosques.
Esos y muchos otros impactos relacionados con la minería se describen en detalle en los artículos de este boletín.
Es verdad que la humanidad necesita una cierta
cantidad de minerales para satisfacer algunas de sus necesidades, básicas o no. Pero también es igualmente cierto que el consumo excesivo de una parte de la humanidad está destruyendo las formas
de sustento y el medio ambiente de la otra parte de la humanidad, que habita en áreas impactadas por la minería.
Debido a sus impactos, la minería es una de esas
actividades que deben ser controladas estrictamente en todas sus etapas, desde la prospección y explotación hasta el transporte, procesamiento y consumo. En muchos casos, control estricto
significa sencillamente prohibición. Pretender que las corporaciones mineras se controlarán a sí mismas es más que ingenuo: es absurdo. Incluso el control de los propios gobiernos es
insuficiente, teniendo en cuenta el poder económico y político que las corporaciones mineras han demostrado tener sobre ellos. Se debe empoderar a la sociedad en su conjunto para que participe
directamente en este control.
Pero ante todo, los pueblos que viven en las regiones
ricas en minerales deben tener la capacidad de tomar decisiones plenamente informadas para decidir si permiten o no actividades de minería en sus territorios. Y en caso de aceptar, deben tener el
poder para decidir cómo se debe llevar a cabo la actividad, de forma de asegurar la conservación ambiental y la justicia social.
A pesar de sus pretensiones de "sustentabilidad", la
minería es un problema grave y como tal debe ser tratado.
Para entender la minería: empezando por el
principio
La minería es el conjunto de actividades referentes al
descubrimiento y la extracción de minerales que se encuentran debajo de la superficie de la tierra. Los minerales pueden ser metales (como oro y cobre) y no metales (como carbón, amianto, grava).
Los metales están mezclados con muchos otros elementos, pero ocasionalmente se encuentran grandes cantidades de ciertos metales concentrados en un área relativamente pequeña --el yacimiento-- de
donde se puede extraer uno o más metales con beneficio económico. Los impactos de la minería tienen que ver con la mina en sí, con la eliminación de los residuos de la mina, con el transporte del
mineral y con el procesamiento del mismo, que a menudo involucra o produce materiales peligrosos.
Las minas pueden ser de varios tamaños, desde
operaciones pequeñas que producen menos de 100 toneladas al día, hasta minas grandes que mueven cientos de miles de toneladas. El método de explotación utilizado para extraer determinado depósito
de mineral depende del tipo, tamaño y profundidad del yacimiento mineral y de los aspectos económico financieros de dicho emprendimiento.
Hasta mediados del siglo veinte, la minería
subterránea era el método más común de extraer yacimientos masivos. Después de la Segunda Guerra Mundial, los avances en la tecnología y el desarrollo de razadoras, niveladoras, palas y camiones
más grandes y poderosos permitieron el movimiento de enormes cantidades de materiales, que promovieron la explotación en minas a cielo abierto. No obstante, siguen existiendo minas subterráneas,
como las de oro de Witwatersrand, en Sudáfrica --las más profundas del mundo--, o las de El Teniente, en Chile --la mina subterránea más grande del mundo--, u Olympic Dam, en Australia. A la mina
subterránea se accede por un pozo o una rampa que desemboca en las galerías y niveles de producción, los cuales están conectados entre sí por pozos inclinados que sirven para acarreo de mineral y
movimiento del personal. Se utilizan perforadoras y explosivos para romper la mena -- la mezcla de minerales de la que se puede extraer uno o más metales -- bajo tierra.
Generalmente, este tipo de minería tiene menor impacto
ambiental que las minas a cielo abierto. La perturbación en la superficie de la tierra es menor, pero puede igualmente tener efectos sobre el agua al contaminarla con ácidos y metales e
interceptar acuíferos. Los trabajadores están expuestos a situaciones aún más peligrosas que los que trabajan en minas a cielo abierto, por el riesgo de hundimientos, mala calidad del aire y
explosiones subterráneas. Las compañías han abandonado progresivamente este método por un problema de rentabilidad, si bien minerales tales como carbón, níquel, zinc o plomo siguen siendo en
general extraídos con métodos de minería subterránea.
Actualmente, más del 60% de los materiales extraídos
en el mundo lo son mediante la modalidad de minería de superficie, que provoca la devastación del ecosistema en el cual se instala (deforestación, contaminación y alteración del agua, destrucción
de hábitats). Dentro de este tipo de minería se distinguen, entre otras, las minas a cielo abierto (generalmente para metales de roca dura), las canteras (para materiales de construcción e
industriales, como arena, granito, pizarra, mármol, grava, arcilla, etc.), y la minería por lixiviación (aplicación de productos químicos para filtrar y separar el metal del resto de los
minerales).
La apariencia de las minas a cielo abierto (o de tajo
abierto) es la de terrazas dispuestas en grandes fosas anchas profundas en medio de un paisaje desolado, desnudo y carente de recursos vivos. La operación suele comenzar con la remoción de
vegetación y suelo, luego se dinamita extensamente y se remueven la roca y los materiales que se encuentran por encima de la mena hasta llegar al yacimiento, donde vuelve a dinamitarse para
obtener trozos más pequeños. Las nuevas tecnologías, que permiten mejores rendimientos en la velocidad de extracción y procesamiento del mineral, acrecientan los problemas ambientales, pues los
materiales de desecho no revierten normalmente en la recuperación del lugar.
Las canteras son minas de superficie muy semejantes a
las minas a cielo abierto, pues el resultado final de su explotación es también un paisaje desolado de profundas zanjas entre anchos escalones. La agresión al medio ambiente que por sí misma
genera este tipo de minería se agrava por su proximidad a las zonas urbanas, pues se busca reducir los gastos de transporte para lograr mayor rentabilidad. Esa proximidad produce nuevos problemas
ambientales, pues las excavaciones realizadas, que ya carecen de cubierta vegetal, terminan convirtiéndose en vertederos urbanos, además de afectar las aguas superficiales y subterráneas próximas
a la explotación.
En la minería por lixiviación se utilizan productos
químicos (por ejemplo ácido sulfúrico en el caso del cobre o una solución de cianuro y sodio en el caso del oro) para disolver (lixiviar) los metales en cuestión del mineral que los contiene,
obteniendo una muy alta tasa de recuperación. Puede darse en la variante de lixiviación in situ (se perfora con taladros la roca intacta y se agrega el solvente) o la muy frecuente lixiviación de
cúmulos de mineral triturado. Las soluciones químicas utilizadas no sólo liberan los metales deseados sino que también movilizan otros metales pesados (como el cadmio), por lo que las aguas
superficiales y subterráneas suelen contaminarse.
Aún cuando los impactos ambientales de la minería
varían según el tipo de mineral y de mina, se trata de una actividad intrínsecamente insustentable, pues implica la explotación de un recurso no renovable mediante procedimientos destructivos o
contaminantes, como la trituración, la molienda, el lavado y clasificación de los minerales, la refinación y la fundición. En la actualidad resulta doblemente destructiva por su gran escala y por
la tecnología que ha acrecentado su capacidad productiva. (1)
Minería: más una maldición que una bendición
Actualmente existe evidencia irrefutable de que la
minería limita gravemente la capacidad de una nación de sustentar el crecimiento económico (incluso dentro de las definiciones estrechas a las que en general adhieren los estados nacionales).
Esto resulta un descubrimiento "sorprendente" para quienes piensan que las "riquezas" contenidas en el suelo se traducen infaliblemente en dinero en el banco. Pero para quienes adoptan un
análisis anticolonialista de la acumulación de capital, la razón fundamental para la discrepancia no es difícil de descubrir. Zaire, Bolivia y Sierra Leone no son simplemente "pobres"; han sido
empobrecidos sin piedad durante cientos de años. Gran parte de la "deuda externa" demoledora que arrastran los países "más pobres" del mundo en realidad supuestamente se adeuda por capital que
nunca fue invertido en el auto-desarrollo de los pueblos. En su lugar, se invirtió en construir minas, represas, centrales eléctricas y plantas de procesamiento para transformar capital "natural"
--no sólo hierro, cobre, bauxita, diamantes, sino también agua, tierra y aire-- en valor exportable.
Los pueblos han extraído minerales de la tierra desde
tiempos muy antiguos. Los babilonios, asirios y bizantinos tenían minas de cobre y plomo hace miles de años en lo que hoy es el sur de Jordania por ejemplo. Pero desde la revolución industrial,
los minerales se han extraído y utilizado en cantidades mucho mayores. En tiempos recientes, esta tendencia se aceleró en forma importante: en 1999, cerca de 9,6 mil millones de toneladas de
minerales comercializables fueron extraídos del suelo, casi dos veces más que en 1970. Esta cifra se refiere a los minerales que llegan finalmente al mercado, pero no incluye los residuos
generados para producir esos minerales, la parte no utilizada de la mena (la roca o tierra que contiene los minerales), o la tierra removida para alcanzar la mena. Si esas categorías se
incluyeran en la cantidad total de materiales extraídos cada año, la cifra aumentaría considerablemente.
Los países industriales consumen más de dos tercios de
la producción anual de los nueve minerales más importantes. Los Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón y Europa Occidental, con el 15 por ciento de la población mundial, en conjunto consumen la
mayoría de los metales producidos cada año: aproximadamente 61% de todo el aluminio, 60% del plomo, 59% del cobre y 49% del acero. En un cálculo per capita, los distintos niveles de consumo son
especialmente marcados: el estadounidense promedio utiliza 22 kilogramos de aluminio al año, el ciudadano promedio de la India usa 2 kilogramos y el africano promedio apenas 0,7
kilogramos.
Sin embargo, las comunidades locales y los pueblos
tribales de los países ricos en recursos son los más afectados por los efectos perjudiciales ambientales, culturales, sociales y de salud de las actividades de exploración y explotación minera.
Urgidos por las políticas macroeconómicas impulsadas por las instituciones comerciales y crediticias internacionales, muchos países empobrecidos se aferran a la minería como actividad "básica"
para generar las tan necesarias divisas extranjeras. Hay casos en que como mínimo el 40% de las exportaciones depende de un solo producto mineral, como el caso del cobre en Zambia, los diamantes
en Botswana, la República Centroafricana, Gambia, Liberia y Sierra Leona, el aluminio en Guinea y Surinam, el mineral de hierro en Mauritania. Si bien estos datos son relativamente antiguos (de
1994), ilustran una tendencia que todavía se mantiene. Doce de los veinticinco estados más dependientes de minerales del mundo (la mayoría de ellos concentrados en el África subsahariana) fueron
clasificados por el Banco Mundial como "países pobres altamente endeudados", la categoría de países más complicada.
El proceso impuesto de desregulación y liberalización
del mercado ha llevado a la privatización y exención de impuestos que ha beneficiado a las corporaciones mineras extranjeras. Por otro lado, de acuerdo con un informe de Naciones Unidas cuanto
mayor sea la dependencia de la exportación de minerales de los países del Sur, su estándar de vida será probablemente peor. Niveles más altos de dependencia de los minerales se correlacionan
estrechamente con mayores niveles de pobreza y tasas de desnutrición y mortalidad infantil. También se asocian con desigualdad de ingresos, bajos niveles de gasto en atención de salud, bajas
tasas de inscripción en escuelas primarias y secundarias, y bajas tasas de alfabetización de adultos, así como una mayor vulnerabilidad a las crisis económicas. Estudios académicos recientes
revelan que los niveles de vida generales en los países dependientes de minerales tienden a sufrir de tasas inusualmente altas de corrupción, gobiernos autoritarios, ineficacia gubernamental,
gastos militares y guerras civiles.
Con excepción del mercurio, amianto y plomo --que
están especialmente en la mira debido a su toxicidad ambiental-- la producción de los principales metales ha aumentado en una forma exponencial que no tiene ninguna relación con la satisfacción
de las necesidades humanas básicas, pero tiene mucho que ver con la pura e insaciable sed de lucro de las corporaciones. Ha habido mucho movimiento dentro de la industria de la minería en los
últimos años. Las compañías mineras han racionalizado sus operaciones y se han embarcado en fusiones y adquisiciones para mantener, consolidar, fortalecer y ampliar el espectro de actividad
mundial de las transnacionales de la minería. Ha habido una concentración creciente de la inversión en la búsqueda de oro y diamantes, que son atractivos más por su rentabilidad que por su
utilidad.
Aunque el escenario minero internacional incluye un
número relativamente grande de empresas, sólo unas pocas -- que además se vuelven crecientemente más grandes a través de fusiones-- parecen dominar el escenario. La mayoría son originarias de un
puñado de países, entre los que los más importantes son Canadá, Estados Unidos, Reino Unido y Australia. Entre las empresas más conocidas de esos países se incluyen Rio Tinto, Barrick Gold
Corporation, Freeport MacMoran, BHP-Billiton, Newmont, Placer Dome y muchas otras. Ejemplos de los impactos de sus operaciones están registrados en este boletín. Sin embargo, otros actores
internacionalmente más pequeños pueden ser extremadamente importantes a nivel local y también aquí se incluyen ejemplos. Independientemente de su importancia relativa a nivel internacional, todas
tienen dos cosas en común: son extremadamente rentables y extremadamente perjudiciales.
Por otra parte, la minería puede ser muy lucrativa
para las compañías, pero no para las comunidades locales de las áreas donde los recursos minerales son importantes. A medida que se explotan los depósitos minerales de más fácil acceso, el hambre
por nuevas fuentes baratas impulsa a la industria a intensificar cada vez más la exploración en territorios indígenas. Comunidades que antes dependían de los recursos naturales, sufren pérdidas
inmediatas como resultado de las actividades de minería en gran escala. Sus formas de sustento se ven socavadas, sus organizaciones sociales perturbadas y sus culturas transformadas. Las
compensaciones en efectivo, si se pagan, no puede reparar estas pérdidas y la herencia oscura de las minas continúa incluso después de que la mina es abandonada. Los puestos de trabajo y
sustentos perdidos en la agricultura, pesca y la minería en pequeña escala exceden por mucho los que ofrece la minería. Los pobladores locales a menudo carecen de las habilidades requeridas para
poder beneficiarse de algo que no sean los trabajos peores pagos y a más corto plazo disponibles.
A pesar de la promesa de riqueza que supone el
desarrollo minero, en realidad la presencia de la riqueza minera puede incluso retrasar el desarrollo nacional y local. Según un estudio de 1999 de Arborvitae (IUCN, WWF), los países del sur
"ricos en recursos minerales tienden a tener tasas de crecimiento económico más lentas, niveles más bajos de bienestar social y distribuciones de ingreso mucho más asimétricas que los países en
desarrollo no dependientes de minerales. De hecho, la mejor base de recursos de las economías minerales ha sido más una maldición que una bendición".
Es así que la promoción de la minería en gran escala
se atrinchera en políticas, instituciones y mentalidades que visualizan el "desarrollo" como una iniciativa de arriba hacia abajo a imponer sobre las comunidades locales y el medio ambiente --la
propia antítesis de un enfoque ambientalmente adecuado centrado en la satisfacción de las necesidades económicas, sociales y culturales de los pueblos y las generaciones futuras. (2)
Impactos ambientales y sociales de la minería
La minería es una actividad a corto plazo pero con
efectos a largo plazo. A nadie puede (debe) caberle duda que cuando se realiza en zonas de bosque constituye un factor de depredación de los mismos. Se calcula que, conjuntamente con la
exploración de petróleo, amenaza el 38% de las últimas extensiones de bosques primarios el mundo.
Las actividades mineras comprenden diversas etapas,
cada una de las cuales conlleva impactos ambientales particulares. En un sentido amplio, estas etapas serían: prospección y exploración de yacimientos, desarrollo y preparación de las minas,
explotación de las minas, tratamiento de los minerales obtenidos en instalaciones respectivas con el objetivo de obtener productos comercializables.
En la fase de exploración, algunas de las actividades
con impacto ambiental son la preparación de los caminos de acceso, mapeos topográficos y geológicos, el montaje de campamentos e instalaciones auxiliares, trabajos geofísicos, investigaciones
hidrogeológicas, aperturas de zanjas y pozos de reconocimiento, tomas de muestras.
Durante la fase de explotación, los impactos que se
producen están en función del método utilizado. En las zonas de bosque, la sola deforestación de los suelos con la consiguiente eliminación de la vegetación --más vasta en los casos de minas de
cielo abierto-- tiene impactos a corto, mediano y largo plazo. La deforestación no solo afecta el hábitat de cientos de especies endémicas (muchas llevadas a la extinción), sino el mantenimiento
de un flujo constante de agua desde los bosques hacia los demás ecosistemas y centros urbanos. La deforestación de los bosques primarios causa una rápida y fluida escorrentía de las aguas
provenientes de las lluvias, agravando las crecidas en los periodos de lluvia debido a que el suelo no puede contener el agua como lo hace en presencia de las masas boscosas.
Además del área perturbada por la socavación, el
desgaste que las minas provocan en la superficie por la erosión y colmatación (sedimentación del lecho de los cursos de agua) consiguientes, se ve agravado por los montones de residuos de roca
sin valor económico (a los que se llama material estéril), que suelen formar enormes montañas a veces más grandes que la superficie sacrificada para la socavación.
El enorme consumo de agua que requiere la actividad
minera generalmente reduce la napa freática del lugar, llegando a secar pozos de agua y manantiales. El agua suele terminar contaminada por el drenaje ácido, es decir la exposición al aire y al
agua de los ácidos que se forman en ciertos tipos de mena --especialmente las sulfúricas-- como resultado de la actividad minera, los que a su vez reaccionan con otros minerales expuestos. Se
genera así un vertido autoperpetuado de material tóxico ácido que puede continuar durante cientos o incluso miles de años. Por otro lado, las pequeñas partículas de metales pesados que con el
tiempo pueden separarse de los residuos, se diseminan con el viento depositándose en el suelo y los lechos de los cursos de agua e integrándose lentamente en los tejidos de organismos vivos como
los peces.
Productos químicos peligrosos utilizados en las
distintas fases de procesamiento de los metales, como cianuro, ácidos concentrados y compuestos alcalinos, si bien supuestamente están controlados, es moneda corriente que terminen, de una forma
u otra, en el sistema de drenaje. La alteración y contaminación del ciclo hidrológico tiene efectos colaterales muy graves que afectan a los ecosistemas circundantes --de manera especialmente
agravada a los bosques-- y a las personas.
La contaminación del aire puede producirse por el
polvo que genera la actividad minera, que constituye una causa grave de enfermedad, generalmente de trastornos respiratorios de las personas y de asfixia de plantas y árboles. Por otro lado,
suele haber emanaciones de gases y vapores tóxicos, producción de dióxido de azufre --responsable de la lluvia ácida-- por el tratamiento de los metales, y de dióxido de carbono y metano --dos de
los principales gases de efecto invernadero causantes del cambio climático-- por la quema de combustibles fósiles y la creación de lagos artificiales detrás de los embalses hidroeléctricos
destinados a proporcionar energía para los hornos de fundición y las refinerías.
La actividad minera, además, consume enormes
cantidades de madera para la construcción --en el caso de las minas subterráneas--, y también como fuente de energía en el caso de las minas con hornos de fundición a base de carbón vegetal.
También, cuando se realiza en zonas remotas, implica grandes obras de infraestructura, como carreteras --que abren el acceso a los bosques--, puertos, poblados mineros, desviaciones de ríos,
construcción de embalses y centrales generadoras de energía.
Tanto el ruido ensordecedor de la maquinaria utilizada
en la minería como las voladuras no son un impacto menor, ya que crean condiciones que pueden resultar insoportables para las poblaciones locales y la fauna de los bosques.
Se aduce que la minería es vital para la
industrialización, porque aporta materias primas y fuentes de energía. No obstante, la desproporcionada concentración de inversión actual en la búsqueda de oro y diamantes, que son marginales
para la producción industrial, dan por tierra la justificación social del sector para sus actividades. En 2001, el 82% del oro refinado tuvo como destino el mercado de la joyería, y vale la pena
tener en cuenta que para producir un anillo de oro, el promedio de residuos de roca generados en una mina es de más de 3 toneladas. En Estados Unidos, la compañía Pegasus Gold hizo desaparecer la
montaña Spirit Mountain de Montana, reemplazando lo que fuera sitio sagrado de las tribus por una mina de oro a cielo abierto. Durante los próximos 1.000 años, el sitio seguirá destilando ácido
en la cuenca de la región.
Las distintas "fiebres del oro" a lo largo de la
historia han llevado muerte y devastación a las poblaciones locales. Desde los Sioux de Black Hills a los aborígenes de Bendigo en Australia, la historia del oro está manchada de sangre. Y hoy,
los Yanomami y los Macuxi de la Amazonia, los Galamsey de África Occidental y los Igorot de Filipinas, corren el mismo peligro.
La minería llega a un lugar con su promesa de
generación de riquezas y empleo, pero se cuentan en millones quienes en todo el mundo pueden dar testimonio de los altos costos sociales que trae consigo: apropiación de las tierras de las
comunidades locales, impactos en la salud, alteración de las relaciones sociales, destrucción de las formas de sustento y de vida de las comunidades, desintegración social, cambios radicales y
abruptos en las culturas regionales, desplazamiento de otras actividades económicas locales actuales y/o futuras. Todo eso aparte de las condiciones laborales peligrosas e insalubres de ese tipo
de actividad.
Puede aducirse que muchas de las comunidades afectadas
han dado su consentimiento. Pero difícilmente puede hablarse de consentimiento informado previo genuino, ya que no tienen la oportunidad de saber cabalmente lo que les espera cuando se les pide
que pongan su firma sobre la línea punteada al pie de un contrato. Es por eso que se reclaman mecanismos que permitan a las comunidades indígenas y locales participar efectivamente en los
procesos decisorios, así como normas que les permitan rechazar ese tipo de emprendimientos en sus territorios.
Si hay quienes de todas maneras desean usar oro, o
bien utilizarlo para las arreglos odontológicos o en los microcircuitos de las computadoras y teléfonos celulares, está bien. Pero, como alguien propone: saquémoslo de fuentes recicladas. De las
125.000 toneladas de oro extraídas de la tierra, más de 35.000 toneladas yacen en las bóvedas de los bancos centrales. Es más, la Reserva Federal de Estados Unidos posee 8.145 toneladas de oro,
aproximadamente el 6% de todo el oro extraído. Entonces, ¡qué mejor que reciclarlo de las bóvedas de los bancos!(3)
Minería con ejércitos mercenarios
Un número cada vez mayor de nuevas operaciones de
seguridad de las corporaciones en todo el mundo vinculan a ex oficiales de inteligencia, de ejércitos y veteranos de escuadrones de la muerte. Van al combate pagados por nuevos jefes: las
industrias mineras.
El advenimiento de nuevas tecnologías como el mapeo
por satélite asistido por computadora y el uso de cianuro para extraer oro han convertido operaciones antes marginales en potenciales fábricas de hacer dinero (para las transnacionales). El
colapso de la Unión Soviética y la firma de tratados de libre comercio en todo el mundo ha abierto a países como Angola, que antes estaban fuera de los límites de las multinacionales
occidentales. Y por último, la disponibilidad de capital y la mitigación del riesgo han sido asegurados por instituciones financieras internacionales, como las agencias bilaterales y
multilaterales incluyendo al Banco Mundial y el Banco de Importación-Exportación de EE.UU. Están ansiosos por proporcionar dinero y seguro contra riesgo político a proyectos privados de
extracción de recursos prácticamente en cualquier lugar del mundo.
Hace algunos años, Tim Spicer, ex miembro de los
Servicios Aéreos Especiales británicos (SAS, por su sigla en inglés), tuvo una reunión con dos altos funcionarios gubernamentales en relación a la compra de una mina de cobre de propiedad de Rio
Tinto, el gigante minero anglo-australiano, en la isla de Bougainville, en Papúa Nueva Guinea. Menos de un mes después era conducido a un tribunal de Papúa Nueva Guinea por haber sido contratado
por el gobierno para proporcionar un ejército mercenario para tomar la mina de cobre. Su misión había sido vencer a un pequeño grupo de luchadores por la libertad que habían cerrado la mina de
cobre durante casi diez años. Cuando la noticia del contrato de Spicer se hizo pública, ciudadanos comunes y oficiales del ejército local tomaron la ley en sus propias manos. Los disturbios
produjeron el cierre de tiendas, bancos y escuelas, y el bloqueo de las principales carreteras, hasta que camiones de policías armados con rifles automáticos finalmente dispersaron a la multitud
enfurecida con gas lacrimógeno y balas de goma (ver Boletín N° 7 del WRM).
Mejor suerte tuvieron en Colombia dos ex oficiales del
SAS. Sus cajas negras llenas de armas y municiones pasaron sin problemas por el punto de control a cargo de un colega, Bill Nixon, ex oficial de inteligencia británico, cuyo nuevo trabajo era
brindar seguridad en el aeropuerto privado de propiedad de British Petroleum (BP). Los tres mercenarios habían sido contratados por BP para ayudar a entrenar a la policía colombiana --famosa por
sus abusos contra los derechos humanos-- para proteger la plataforma petrolífera de Dele-B. La compañía petrolera interpretó las consideraciones de seguridad en forma amplia. Según un informe
encargado por el gobierno colombiano, BP colaboró con soldados locales involucrados en secuestros, tortura y asesinatos. El documento no publicado alega que la compañía petrolera recopiló
información incluyendo fotos y filmaciones de video de las protestas de los pobladores locales contra las actividades petroleras-- y pasó la información a los militares colombianos que después
arrestaron o secuestraron a los manifestantes como "subversivos".
La mayoría de los hombres que gestionan las
operaciones con mercenarios tienden a operar en segundo plano, empleando a otros hombres --asesinos a sueldo locales o importados-- en las operaciones de campo. Tanto el contrato de Colombia como
el de Papúa Nueva Guinea fueron arreglados en oficinas de Londres, administradas por otros ex funcionarios de SAS como Anthony Buckingham, uno de los operadores más oscuros del negocio de la
seguridad, que administra un miniconglomerado de compañías mineras, petroleras y mercenarias desde sus discretas oficinas londinenses. El ejército mercenario más infame contratado por los nuevos
colonialistas es Executive Outcomes (EO) que suministró los soldados de alquiler a Buckingham y Spicer en Papúa Nueva Guinea.
La campaña más famosa de EO, sin embargo, fue en
Sierra Leona en mayo de 1996. Los mercenarios de EO llegaron a Sierra Leona mejor equipados que la mayoría de los ejércitos de África, con helicópteros de ataque rusos, un sistema de intercepción
de radio, dos Boeing 727 para transportar tropas y suministros, una aeronave Andover para evacuación de víctimas, y bombas aire-combustible (fuel air explosives, conocidas como bombas FAE).
Utilizadas con resultados devastadores por EE.UU. en la guerra del Golfo, las bombas FAE --cuyo poder se ubica un escalón por debajo de las armas nucleares-- absorben el oxígeno después de la
detonación, matando todo tipo de vida en una milla cuadrada a la redonda. La operación dejó a EO un lucrativo contrato de seguridad financiado con las ganancias obtenidas de las minas de
diamantes.
Pero no son de ninguna manera los únicos actores
principales. Existen al menos un par de docenas más que trabajan para la industria minera suministrando servicios de "seguridad" a las compañías y gobiernos de Colombia, Guyana y Venezuela en
América del Sur; Guinea, Liberia, Nigeria y Sierra Leona en África occidental; Angola y Namibia en África del Sur; ex Zaire en África central; Sudán y Uganda en el este de África; Papúa Nueva
Guinea e Indonesia en el Pacífico; y Kazajstán en Asia central. Muchos de estos reclutas son veteranos del Batallón 32 de Sudáfrica y de la Civil Cooperation Bureau (Oficina de Cooperación Civil)
que fueron las unidades más notorias de las fuerzas del antiguo apartheid hasta que las elecciones trajeron un gobierno multirracial al poder hace pocos años.
Mientras tanto, la compañía minera Rio Tinto con base
en el Reino Unido ha hecho esfuerzos en Indonesia para convencer al mundo de su compromiso con los derechos humanos. Durante los últimos dos años ha contribuido con fondos para el Premio de
Derechos Humanos Yap Thiam Hien. Este año el premio fue ganado por el defensor de los derechos humanos y poeta Wiji Thukul, que está desaparecido desde 1996. En diciembre la familia rechazó el
premio argumentando que Rio Tinto estaba involucrada en varias violaciones a los derechos humanos en sus operaciones mineras en Indonesia y que en 1992 había sido responsable del arresto de
manifestantes que exigían el pago de una compensación adecuada por el uso de sus tierras.
En una declaración en apoyo a la postura de la
familia, las ONGs indonesias JATAM, WALHI y TATR enumeran algunas de las violaciones de derechos humanos en las que ha estado involucrada Rio Tinto, incluyendo las cometidas en la mina PT KEM en
Kalimantan del este, investigadas por la Comisión de Derechos Humanos de Indonesia en 1999 y 2000. Las denuncias incluyen casos de abuso sexual y violación de dieciséis mujeres y niñas entre
nueve y diecinueve años, el arresto de quince manifestantes en 1992 y la posterior muerte de uno de ellos; el desalojo forzoso de los mineros tradicionales realizado por los militares indonesios
y la quema de cientos de casas entre 1982 y 1991. La declaración también describe la participación de Rio Tinto en distintos casos a través de sus acciones en la mina de cobre y oro Freeport
Indonesia en Papúa occidental (Rio Tinto tiene una participación del 15% ); la mina Kaltim Prima Coal (co- ropiedad con BP); la mina de oro Lihir en Papúa Nueva Guinea y la mina Panguna en
Bougainville. La declaración exhorta a los ejecutores del Programa del Premio Yap Thiam Hien a no seguir aceptando financiación de violadores de los derechos humanos. "No se debe dar a los
violadores de los derechos humanos la oportunidad de que se libren de responsabilidad por sus acciones..."(4 )
Los impactos de la minería sobre las mujeres
Si bien la minería produce impactos negativos sobre
todos quienes viven en las comunidades mineras en general y sobre quienes son afectados por las operaciones de minería, existen impactos diferenciados y cargas agregadas que afectan a las
mujeres.
Es posible empezar a comprender los diferentes
impactos al abordar situaciones concretas, como por ejemplo la sufrida por una mujer Dayak afectada por una mina de propiedad de la compañía PT-IMK en Indonesia.
"La Sra. Satar poseía una parcela de entre 10 a 15
hectáreas en las tierras tradicionales de la comunidad. En esta tierra podía cosechar lo suficiente para un año, e incluso a veces más. Con la introducción de la minería en su comunidad, perdió
toda su parcela salvo una hectárea a manos de la compañía minera. En consecuencia, tuvo que comprar aproximadamente tres sacos de arroz por mes a un costo de 39.000 rupias por saco (precio de
enero de 1998). Además, las operaciones de extracción de la compañía contaminaron el río, que ya no pudo ser utilizado para satisfacer las necesidades familiares, y ya no produjo pescado. Antes
la Sra. Satar cocinaba pescado fresco cada día para su familia. Ahora a raíz de la contaminación, tiene que comprar pescado salado. Si cuenta con dinero suficiente, compra dos quilos de pescado
salado al mes a un costo de 15.000 rupias el kilo. Para obtener agua para bañarse y para beber, debe hacer un largo camino hasta una fuente de agua que no esté afectada por los desechos de la
compañía. Su sustento se ha visto todavía más deteriorado por la pérdida de sus dos búfalos a los que encontró muertos en la orilla del río contaminado".
También es necesario comprender que las compañías
habitualmente solo entran en negociaciones con hombres, y excluyen a las mujeres de los pagos de compensaciones o royalties. Incluso tienen poco o ningún control sobre los beneficios de la
explotación minera, ni acceden a ellos, en particular al dinero o al empleo. De esta forma, se las priva de sus medios de ocupación tradicionales y se vuelven cada vez más dependientes de los
hombres, que tienen más probabilidades de acceder a esos beneficios y controlarlos.
La minería en gran escala supone la sustitución de las
economías de subsistencia que han alimentado a generaciones de comunidades y pueblos indígenas, por una economía basada en el dinero en efectivo. La nueva economía basada en el mercado implica
una erosión importante o incluso la destrucción de los valores y costumbres tradicionales que han sido esenciales en el sostenimiento de la solidaridad y la unidad de familias, clanes, tribus y
comunidades. En este proceso, la mujer es cada vez más marginada, ya que sus roles tradicionales como recolectora de alimentos, suministradora de agua, cuidadora y nutridora resultan muy
afectados. La visibilidad económica depende del trabajo en la esfera pública y a quien trabaja en tareas no remuneradas en el hogar o en la comunidad se lo categoriza como "improductivo,
desocupado y económicamente inactivo".
Si bien tanto hombres como mujeres estaban antes a
cargo de las actividades agrícolas, actualmente los hombres deben salir a trabajar fuera del hogar por un salario, aumentando de esa forma la carga de trabajo y las responsabilidades de las
mujeres, lo que produce aún más estrés y tensiones. Además, la destrucción ambiental causada por la minería en gran escala también reduce la productividad de los campos y envenena los alimentos
silvestres, la vida marina y los animales. Muchas mujeres se ven forzadas a ingresar en la economía informal para encontrar fuentes adicionales de ingreso.
Al mismo tiempo que la minería en gran escala brinda
limitadas oportunidades de empleo para la mujer, el sector en pequeña escala absorbe a las mujeres como trabajadoras contratadas o mediante trabajo forzoso en condiciones de explotación severas.
En India por ejemplo, los salarios de las mujeres son siempre más bajos que los de los hombres, no hay normas de seguridad, no existe licencia paga ni siquiera durante el embarazo o el
nacimiento, no se proporciona equipo de trabajo, y no hay baños ni infraestructura disponible. Las mujeres desempleadas que viven en las comunidades mineras se ganan su sustento a duras penas
hurgando en la escoria y los vertederos de desechos, a menudo en forma ilegal, y sufren el acoso permanente de los guardias de la compañía, la mafia local y la policía. Están expuestas a la
explotación física y sexual de los dueños de las minas, contratistas y mineros, y están a merced de los comerciantes locales cuando venden sus minerales. Además, las mujeres trabajan con
sustancias tóxicas y peligrosas y sufren de enfermedades laborales graves entre las que se incluyen problemas respiratorios y reproductivos, silicosis, tuberculosis, leucemia y artritis.
El abuso del alcohol, la dependencia de las drogas, la
prostitución, las apuestas, el incesto y la infidelidad aumentan en muchas comunidades mineras. Todo esto ha empeorado los casos de violencia familiar contra las mujeres, la discriminación activa
y a menudo brutal en el lugar de trabajo, que es frecuentemente sancionada o ignorada por las instituciones judiciales y políticas. Incluso las organizaciones de trabajadores dirigidas por
hombres no denuncian las violaciones contra los derechos humanos cometidas contra las mujeres. La discusión entre esas organizaciones y las compañías mineras se orienta hacia temas económicos
como aumentos de sueldo, subsidios, etc.
En resumen, la minería, sea en pequeña o en gran
escala, está produciendo un gran número de impactos específicos sobre las mujeres, que están perdiendo en casi todos los aspectos relacionados con el desarrollo de esa actividad. La riqueza
generada por la minería hunde todavía más a las mujeres en la pobreza, el desposeimiento y la exclusión social. (5)
Compañías mineras presionan sobre las áreas
protegidas
Las compañías mineras se vieron conmocionadas por una
"Recomendación" aprobada por el Congreso Mundial de la Conservación, realizado en Amman en 2002, que exigió terminar con la extracción petrolera, minera y de gas en todas las áreas protegidas
comprendidas en las categorías I, II, III y IV de la UICN ("reserva natural estricta", "áreas silvestres", "parque nacional", "monumento natural" y "áreas de manejo de hábitats"). Muchas ONGs se
vieron igualmente sorprendidas por la reacción de las industrias mineras: ¿de qué pensaban que había que proteger a esas áreas si no de actividades no sustentables como la minería? Por cierto,
algunas fueron más allá: ¿por qué la decisión de Amman permite explícitamente la minería en las áreas protegidas de las categorías V y VI de la UICN - "paisajes terrestres y marítimos manejados"
y "áreas protegidas con recursos manejados"?
La polémica sobre la relación entre las industrias de
extracción y las áreas protegidas no ha dejado de sonar desde esa fecha. A fines del año pasado, miembros de Consejo de la UICN y miembros en general pusieron el grito en el cielo cuando el
Secretariado de la UICN anunció, en el contexto de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable, que estaba trabajando en pro de una nueva "sociedad" con las industrias extractivas. Como
resultado del escándalo se suavizó el lenguaje. Ahora la UICN dice estar comprometida en un "diálogo" con las industrias, pero independientemente del término que se use, la realidad sigue siendo
prácticamente la misma.
La "sociedad" o "diálogo" forma parte de una amplia
estrategia de las industrias extractivas para rehabilitar su imagen sucia, manchada por un reguero de pérdidas de petróleo, restos de barcos petroleros, roturas de diques de los estanques de
desechos de las minas, derrames de cianuro y mercurio, paisajes arruinados, sistemas hídricos saqueados, vertederos de desechos tóxicos, ecosistemas contaminados, violación de derechos humanos y
destrucción de formas de sustento. El nuevo discurso de los promotores de relaciones públicas y expertos mediáticos (los llamados "spin doctors") de las industrias de extracción habla de "minería
sustentable", "restauración de paisajes" y "responsabilidad empresarial"; la Iniciativa Mundial sobre Minería es una parte de esta estrategia, otra es el vínculo con la UICN.
El hecho es que las industrias extractivas necesitan
habilitación para obtener acceso a las reservas de minerales, petróleo y gas donde sea que se encuentren en cantidades lucrativas: poner las categorías I a IV de la UICN fuera de su alcance las
lesiona. Ahora se preguntan quién decide exactamente cómo se aplican esas categorías y qué situación legal tienen. Buscando ayuda para dar respuesta a estas interrogantes, varias compañías, entre
las que se incluyen British Petroleum plc, Shell plc, y el Consejo Internacional de Minería y Metales, están coauspiciando un estudio financiado conjuntamente con la UICN, WWF y Conservation
International, que presentará un informe al Congreso Mundial de Parques de setiembre de 2003. Casualmente, el propio estudio, 'Speaking a Common Language' (Hablando un lenguaje común), parece ser
útil ( www.cf.ac.uk/cplan/sacl/ ). Pero la
experiencia en su conjunto ha sido un golpe duro para aquellos que confiaron en el sistema de áreas protegidas. Si el sistema ahora va a ser desvirtuado por las industrias de extracción,
necesitará del control vigilante de la sociedad civil y de medidas que aseguren que la UICN no vuelva a traspasar los límites.
El Banco Mundial debe dejar de promover la minería en tierras
indígenas
Un nuevo informe de Forest Peoples Programme y la
Fundación TebTebba exhorta al Banco Mundial a dejar de prestar apoyo a la extracción de petróleo, gas y minerales. El informe 'Extracting Promises: Indigenous Peoples, Extractive Industries and
the World Bank' fue compilado como contribución a la Revisión de las Industrias Extractivas (RIE, o EIR por su sigla en inglés) del Banco Mundial (el informe completo en inglés y los estudios de
caso asociados se pueden obtener en http://forestpeoples.gn.apc.org/Briefings/ Private%20sector/eir_internat_workshop_synthesis_rep_eng_may03.htm).
El proceso RIE ha sido criticado por muchos pueblos
indígenas y organizaciones no gubernamentales por estar excesivamente controlado por el Banco Mundial. Resta por ver si contribuciones como ésta serán tomadas en serio por la revisión y, si así
fuera, si las mismas serán tenidas en cuenta por el propio Banco Mundial. El estudio se apoya en una extensa revisión bibliográfica y análisis jurídico, siete estudios de caso encargados
especialmente y realizados por pueblos indígenas sobre sus experiencias con el Banco Mundial y las industrias extractivas, y un taller de dos días en el cual se presentaron y discutieron las
distintas contribuciones mencionadas.
El informe destaca que a pesar de avances importantes
en las leyes sobre derechos humanos que reconocen los derechos de los pueblos indígenas, las políticas del Banco Mundial hacen poca mención a los derechos humanos y el Banco continúa afirmando
que su convenio constitutivo le impide abordar temas de derechos humanos. Argumenta que no puede exigir a sus prestatarios o clientes ni siquiera que cumplan con los convenios sobre derechos
humanos de los que son parte. Las políticas de "salvaguarda" del Banco sobre pueblos indígenas y reasentamientos involuntarios solo apuntan a mitigar los impactos de programas de desarrollo
destructivos. El estudio muestra cómo incluso estas normas débiles son ignoradas sistemáticamente. Una revisión reciente del propio Banco Mundial revela que por lo menos más de la tercera parte
de los proyectos del Banco Mundial que producen impactos sobre pueblos indígenas, no han aplicado la política de salvaguarda de ninguna manera. Incluso en los proyectos en los que sí se aplicó
esta política, sólo el 14% tenía el "Plan de Desarrollo de Pueblos Indígenas" exigido, y en ese caso solamente en los papeles.
El estudio muestra cómo, al promover el desarrollo
nacional a través de la liberalización del comercio, el ajuste estructural y la promoción de la inversión extranjera directa, el Banco Mundial ha aconsejado sistemáticamente a los países que
reelaboren sus códigos nacionales de minería para facilitar la actividad minera en gran escala de las compañías extranjeras. Estos códigos de minería revisados han sido aprobados a la fuerza, sin
la participación de los pueblos indígenas y sin tomar en cuenta los intereses y derechos de estos pueblos. Los estudios de caso de Colombia y Filipinas muestran cómo los códigos de minería
revisados han intensificado la presión sobre las tierras indígenas y han debilitado o anulado las protecciones legales con las que contaban previamente los pueblos indígenas. En Colombia, las
reserves de petróleo y gas son explotadas por compañías que no rinden cuentas de sus actividades, disfrutan de impunidad legal al tiempo que violan sistemáticamente las leyes nacionales y aplican
medidas gravemente represivas para doblegar la resistencia local. En Ecuador, el Banco Mundial también ha promovido prospecciones mineras a escala nacional, nuevamente sin tomar en cuenta los
derechos de los pueblos indígenas y sin evaluar las probables consecuencias de una intensificación de la extracción de minerales.
El documento de síntesis y los estudios de caso
también analizan la forma en que el Grupo del Banco Mundial, a través de sus diversos brazos (el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, la Asociación Internacional para el Desarrollo,
la Corporación Financiera Internacional y la Agencia Multilateral para la Garantía de Inversiones) ha apoyado directamente proyectos de explotación de minas, petróleo y gas sin evaluar
adecuadamente sus consecuencias sociales y ambientales y sin tomar en consideración la falta de políticas de gestión y capacidad institucional o reglamentaria de los países o regiones de los
proyectos. En el caso del oleoducto Chad-Camerún, el Directorio del Banco Mundial votó seguir adelante con el proyecto, a pesar de que los Bagyeli, habitantes del bosque, y las ONG que los
apoyaban habían demostrado claramente los riesgos, e incluso a pesar de que los propios miembros del Directorio admitían que la política de salvaguarda del Banco sobre pueblos indígenas no había
sido aplicada adecuadamente. La Corporación Financiera Internacional ha apoyado la minería incluso en países divididos por la guerra, como la República Democrática de Congo, a cargo de compañías
con malos antecedentes: proyectos que han sido condenados por las Naciones Unidas.
Los impactos de los emprendimientos de minería
facilitados por el Banco han sido graves, no solo en términos de los impactos sociales y ambientales directos producidos por las propias minas o pozos, sino también en función de los derrames de
sustancias químicas tóxicas como cianuro y mercurio, la rotura de oleoductos y diques de los estanques de residuos de la mina, y la contaminación a largo plazo a consecuencia del drenaje ácido de
las minas. El estudio de caso de Papúa Nueva Guinea revela el apoyo del Banco Mundial al uso de la técnica sumamente polémica de eliminación submarina de desechos -"ojos que no ven, corazón que
no siente"-, sin tener en cuenta las consecuencias a largo plazo para los ecosistemas marinos y las formas de sustento que dependen de ellos. Los funcionarios, asesores y consultores del Banco
Mundial que trabajan con compañías mineras en representación de la Corporación Financiera Internacional y los Socios Comerciales para el Desarrollo del Banco Mundial han participado, o han
avalado, procesos que han maniobrado el requisito del consentimiento o que han cooptado comunidades para lograr decisiones manipuladas y poco transparentes. En algunos casos, como en Rusia, la
participación del Banco Mundial en proyectos específicos puede haber mitigado temporalmente algunos de los peores impactos de la extracción de petróleo, pero, en general, la participación del
Banco Mundial en el sector ha intensificado la presión sobre las tierras indígenas, que siguen sin estar aseguradas.
El estudio revela que subyacente a esos problemas
existe un proceso defectuoso de toma de decisiones dentro del Banco Mundial, en el cual la presión para otorgar préstamos se impone a otros objetivos y objeciones. Al priorizar a sus clientes
directos y a los intereses de las grandes empresas del sector privado, el Banco está ignorando su compromiso con el desarrollo sustentable. La corrupción se tolera a sabiendas y los errores de
gestión se pasan por alto sistemáticamente. Se sanciona a los funcionarios que cuestionan los préstamos realizados en esas circunstancias. Actualmente, en nombre de la "eficiencia", la reducción
de los "costos de las transacciones" y la "identificación del país con el programa", el Banco está debilitando sistemáticamente sus políticas de salvaguarda, para hacerlas "inmunes" a las
demandas presentadas por la sociedad civil ante el Panel de Inspección.
Teniendo en cuenta la debilidad de las salvaguardas
del Banco Mundial, su oposición institucionalizada a invocar normas de derechos humanos obligatorias y la forma en que rutinariamente se burla de sus propios procedimientos, el estudio concluye
que el Banco no debería participar en el sector de las industrias extractivas.
Además, el estudio recomienda que el Banco Mundial
debería revisar radicalmente sus políticas sociales y su política de salvaguarda para los pueblos indígenas. Debería adoptar un enfoque de desarrollo basado en los derechos, reconocer los
derechos de los pueblos indígenas a la propiedad y el control de sus tierras, territorios y recursos naturales, proscribir la reubicación forzada de pueblos indígenas y sostener el principio de
que los proyectos de desarrollo sólo deben implementarse en las áreas de propiedad o uso de los pueblos indígenas con sujeción a su consentimiento informado previo y otorgado libremente. Tales
cambios de enfoque deberían aplicarse a todo el Grupo del Banco Mundial; deberían complementarse con nuevos sistemas de rendición de cuentas legalmente obligatorios y deberían estar acompañados
de la aceptación de que la promoción del desarrollo a través del sector privado requiere en primer lugar la promoción de la buena gestión, una rendición de cuentas real, mecanismos regulatorios
efectivos y una fuerte capacidad institucional.(6)
Declaraciones e información sobre el tema
La minería también ha dado como resultado importantes
declaraciones realizadas por distintos sectores organizados de la sociedad que por razones obvias de espacio no podemos reproducir en este boletín. Pero quienes estén interesados pueden acceder a
ellas --y más información relevante-- visitando el sitio web: http://www.wrm.org.uy/deforestacion/mineria.html
(5) Basado en información obtenida de: "The
globalisation of mining and its impact and challenges for women", Victoria Tauli-Corpuz, Tebtebba Foundation (Indigenous Peoples' International Center for Policy Research and Education), http://www.twnside.org.sg/title/chal-cn.htm ;
"Women's rights undermined", Ingrid Macdonald; "The Polarisation of the People and the State in the Interests of the Political Economy and Women's Struggle to Defend their Existence, a critique
of mining policy in Indonesia", Meentje Simatauw; "Labour, love and loss: Mining and the displacement of women's labour", Kathryn Robinson; Tunnel Vision: Women, Mining and Communities, Forum
Report, noviembre de 2002.